Ronald Weinland

UNA GUERRA HA TERMINADO; LA ÚLTIMA ESTÁ POR EMPEZAR

Al empezar a escribir esta entrada, hay dos cosas que especialmente me vienen a la mente y que sería bueno tener en cuenta como base para un asunto que debe ser abordado más adelante en este artículo.

Antes de empezar a explicar estas dos cuestiones, hay un par de cosas que me vinieron a la mente hoy, mientras pensaba en mi entrada anterior y en los últimos acontecimientos, que me han llevado a ver la necesidad de abordar esto en más detalles. Una vez que estos temas hayan sido abordados, iremos nos centrar en el tema principal de la presente entrada, algo que revela mucho sobre la forma en que creemos y vivimos lo que Dios nos ha dado.

El primer pensamiento tiene que ver con que yo me preguntaba si esta podría ser la última entrada que escribo en esta era. El hecho es que yo realmente no lo sé, pero yo sigo adelante, siguiendo a Dios, dondequiera y a través de cualquier situación que Él me guíe.

Como nuestro evangelista sénior, Johnny, mencionó en su último sermón acerca de seguir a Dios: “O creemos que esta es la Iglesia de Dios y que Dios está guiando Su Iglesia o deseamos volver a Egipto. Pero la mayoría de las personas que están en la Iglesia de Dios, por lo que he oído, está ahora más decidida que nunca. Por lo menos, esto es lo que he oído. Ellas entienden que esta es la Iglesia de Dios y entienden que es el Gran Dios de este universo y su Hijo Jesús Cristo, quienes están guiando y edificando Su Iglesia, y que estamos en el tiempo de Dios. Dios nos deja ver lo que Él quiere que veamos en el momento que Él quiere que lo veamos. Dios se reserva el derecho de decirnos que giremos a la derecha o a la izquierda, y debería ser nuestro deseo seguir a Dios”.

Este párrafo que ha sido citado del sermón de Johnny es un sermón en sí mismo y capta la esencia del sermón que él dio. Pero hay mucho más. Dentro de la esencia de lo referido voy a explicar por qué yo me pregunto si “esta podría ser la última entrada que escribo en esta era”. Estoy diciendo eso únicamente por el valor de los verdaderos pensamientos y sentimientos que tengo en este momento, que se basan en lo que creo y por lo que vivo.

¡Ni hablar de “volver a Egipto” o ir en otra dirección que la que yo creo que Dios nos está guiando! La semana pasada, un puñado de personas ha decidido que ya no pueden seguir en la misma dirección. A pesar de que, obviamente, yo crea que han hecho una elección horrible, no tengo absolutamente nada en contra de ellas, ni las miro por encima del hombro, de ninguna manera. Cada persona es responsable ante Dios por las decisiones que él o ella toma. Sólo puedo responder por mí mismo y por mis decisiones. Déjame poner esto dentro de una perspectiva actual.

Preguntas y dudas
En el último par de semanas, llegaron a mis oídos algunas afirmaciones que circulan en la Iglesia. Algo que ha sido afirmado por más de una persona tiene que ver con la preocupación de que las cosas acerca de las cuales he escrito y hablado no se cumplieron. Y eso ha llevado a algunos a se preguntar, o dudar, si soy o no un profeta, o incluso si soy de veras la persona por medio de la cual Jesús Cristo está guiando su Cuerpo – la Iglesia de Dios.

Como ya he dicho varias veces, de diferente maneras y en diversas ocasiones, yo no puedo dar a estas personas lo que está en mi mente – en mi espíritu. Yo sólo puedo actuar de acuerdo con aquello que yo creo que Dios me da – y eso es lo que yo hago. Entonces, ¿qué es lo que no se ha cumplido? A lo mejor estas personas están hablando principalmente del hecho de que aún no hemos visto una manifestación física de que las Segunda, Tercera y Cuarta Trompetas ya han sonado. O a lo mejor estas personas opinan que el Quinto Trueno debería ser mucho más ostentoso en su cumplimiento en este momento.

Francamente, cada persona debe hacerse y contestar esas preguntas delante de Dios. Todo lo que puedo hacer es ir por mi propia experiencia personal y mi creencia de que yo me esfuerzo por seguir siempre hacia delante, siguiendo a Dios, donde creo que Él me guía, a través de un proceso de discernimiento espiritual. A pesar de que eso va hacer con que esta sea una larga entrada, creo que seria bueno exponer algunas de mis propias experiencias personales, registrándolas como testimonio del proceso que me ha traído (y también a muchos de los que lean esto) a este momento en el tiempo y por lo cual estamos avanzando en la ‘presente verdad’, cuando faltan menos de tres semanas para la venida del Rey de reyes.

Antes de explicar algo de esa experiencia personal, hay algo más que ha sido afirmado y que ha llegado a mis oídos, que también debe ser abordado junto con todo esto. Parafraseando una afirmación hecha por alguien a quien conozco desde hace muchos años, se hizo una pregunta acerca de por qué yo aún no he declarado que yo no soy un profeta, a pesar de que yo he dicho claramente que lo haría si las profecías no se cumpliesen. Probablemente este individuo cree, (o en lo mejor de los casos se pregunta), si, dado que todas las profecías ya deberían haber se cumplido en este momento en que nos encontramos ahora y esto aún no ha ocurrido, yo no debería reconocer eso y rendirme, mediante una declaración conciliatoria. Sin embargo, hay pocas posibilidades de que eso pase, ¡lo que probablemente disgustará a algunos! La razón para que esto no suceda será mencionada a medida que seguimos con la presente entrada. Y quiero esclarecer que mi motivación en la vida no es buscar la aprobación de los demás, pero la aprobación de Dios.

Para esclarecer rápidamente la declaración que hice entonces, es importante que se sepa lo que estaba pasando en mi vida en aquel momento. En un espíritu de sinceridad y confianza para con la Iglesia y para con Dios, he afirmado algo que reflejaba la esencia de mi actitud (mi espíritu) y de mi fe, lo que significaba que si las cosas no sucedían como habían sido profetizadas y si eso fuera lo que Dios revelara (que yo no era Su profeta), entonces yo lo reconocería. Más que eso, yo buscaría el arrepentimiento y me humillaría ante el trono de misericordia de Dios, porque yo desearía cambiar rápidamente y hacer exactamente lo que Dios me revelase que debería hacer para poner las cosas en su sitio y reconciliarme completamente con Él; porque yo sé (y creo) que sirvo a un Dios muy misericordioso y amoroso.

No mucho tiempo después de que yo había expresado tal sentimiento y convicción a la Iglesia acerca de lo que yo haría en tal caso, Dios me reveló que yo era más que un profeta: yo era un apóstol. Eso ha sido evidenciado por el fruto de la Iglesia remanente, que había sido dispersada por el mundo, y también ha sido evidenciado por la verdad (la verdad que no era de naturaleza profética) que Él ha dado a la Iglesia a través de mi persona; algo que sólo puede hacerse a través de un apóstol. Algún tiempo después de esa experiencia, Dios me fortaleció aún más poderosamente en la confianza y la fe de que Él me había hecho Su profeta y también Su apóstol. Yo vivo por lo que creo. Eso es lo que Dios ha formado (realizado) en mí, ¡y yo no puedo vivir de otra manera!

Experiencia Personal
Dicho lo dicho hasta ahora acerca de mis propias convicciones (algo que tiene que ver con mi espíritu, que ha sido engendrado por el Espíritu de Dios y sigue creciendo en madurez), voy a compartir con ustedes una pequeña parte de aquello que me ha moldeado y ha hecho de mi quien soy hoy. Una vez más, tengo claro en mi mente lo que he dicho antes: “yo no puedo dar a otros lo que está en mi espíritu”. Porque yo creo que lo que ha sido moldeado, formado en mí y la transformación en mi espíritu, es obra de Dios y de Su Hijo Jesús Cristo. Y así, en lo que se refiere a mi propia convicción personal, debo seguir adonde creo que Dios me guía.

Las experiencias personales que he tenido en mi relación con Dios y mi convicción para con Dios son demasiado numerosas para mencionarlas en una entrada. Pero hay ciertos momentos que para mi han sido muy importantes. La primera de estas experiencias tiene que ver con mi llamado, cuando yo, sin estudio o previo conocimiento bíblico, supe que el séptimo día de la semana (sábado) era el Sabbat de Dios, y al enterarme de ello, yo he cambiado – convencido de que debía observar el Sabbat. En aquel entonces, a la edad de 19 años (iba a cumplir los 20 en tan sólo unos días), yo estaba lejos de ser religioso y no tenía interés o preocupación por aprender algo acerca de Dios. El ver conocer la verdad sobre el Sabbat, al momento de oír sobre eso, ha sido una inmediata convicción y una revelación en mi mente. Entonces yo aún no entendía cómo el Espíritu de Dios trabaja, pero yo experimenté eso.

Cabe señalar aquí que lo que describo es un proceso que se desarrolla en la vida de todas las personas que han sido llamadas por Dios, cuando Él revela la verdad (su palabra) a ellas. He leído sobre la verdad acerca del Sabbat en un par de folletos que en aquel entonces habían sido escritos por el apóstol de Dios, el Sr. Herbert W. Armstrong. Al escuchar o leer tal verdad, directamente del ministro de Dios, Dios comunica el conocimiento (el ver) a nuestra mente. En estos casos, lo que leemos o escuchamos se torna de un momento a otro claro y sencillo para nosotros, mientras que sin el Espíritu de Dios abriendo nuestras mentes para verlo, no seriamos capaces de ver y entender eso.

A medida que sigo con el relato de mis experiencias personales, yo comprendo que gran parte de todo eso tiene que ver con la manera que Dios estaba trabajando conmigo en aquel momento, preparándome para que más tarde yo pudiera cumplir el papel de Su profeta de los últimos tiempos y Su apóstol. Hay personas que creen que Dios está revelando algo nuevo o especial a ellas, diferente de lo que Dios da primero a Su Iglesia – Su ministerio. Pero eso no es cierto. De ser así, eso sólo causaría división y confusión (oposición) en la unidad de la verdad, que Él da a Su Iglesia, de una sola manera. Algo así sería totalmente contrario al espíritu de unidad de Dios, a la armonía y al orden en Su Iglesia. Hay una gran diferencia entre la forma en que Dios revela (comunica) la verdad a la mente de aquellos que Él llama y que se convierten en miembros del Cuerpo de Cristo – la Iglesia y la forma en que Dios trabaja para revelar la verdad a Sus profetas y apóstoles.

Continuando con la experiencia de primero ser llamado y de ver por primera vez la verdad sobre el Sabbat, algo que antes no era de mi conocimiento o creencias, ahora, de pronto, estaba en mi mente. En este mismo momento, la identidad de las naciones dispersas de Israel también se tornó clara en mi mente. Fue una experiencia absoluta de ver y saber, que estaba bien allí. Mas tarde aprendí que eso era algo espiritual, que era simplemente Dios comunicando con la mente (espíritu) del hombre, por medio de Su Espíritu. Para cada uno que Dios ha llamado, tal experiencia es personal y nos enseña algo que siempre debe ser recordado y que nunca debemos olvidar: que sólo Dios puede comunicar la verdad a la mente. Nosotros no podemos – NUNCA PODEMOS – recibir ninguna verdad en nuestra mente, sino por el poder del Espíritu de Dios, que nos da eso por directa revelación/comunicación.

Volveremos a este importante tema de nuestro llamado más adelante en esta entrada, ya que debemos abrazar esta lección (esta verdad), apreciarla y nunca olvidarla. Porque esto es exactamente lo que la personas se olvidan cuando se desvían del camino por donde Dios las guía.

Uno de los eventos más importantes en mi vida después de eso, algo que hizo con que esta verdad sobre cómo Dios comunica la verdad a nosotros se quedara más profundamente arraigada en mí, tiene que ver con un conocimiento específico que Dios me dio en la década de los 80, cuando entré a formar parte del ministerio de la Iglesia. Hay unos versículos en Juan 14 y en las 1ª y 2 ª cartas de Juan, que citan a Jesús diciendo: “Vendré otra vez”, y también las palabras de Juan al referirse a un asunto relacionado a eso, “Jesús Cristo ha venido en carne”. Al igual que con la experiencia de cuando Dios me llamó, yo tenia la convicción de que estos versos no estaban hablando de la segunda venida de Jesús Cristo, ni de nada que tuviera que ver con el hecho de que él haya vivido en carne humana. En aquel entonces, lo único que se creía en la Iglesia de Dios (y lo que siguieron creyendo durante la apostasía) era que Juan 14 se trataba de la segunda venida de Cristo. En las primera y segunda cartas de Juan la expresión “Cristo ha venido en carne” ha sido interpretada a la luz de la creencia de que Jesús siempre había existido, pero había renunciado a la vida divina y al poder para vivir una vida en un cuerpo carnal (físico) y morir por los pecados de la humanidad.

Sin embargo, así como cuando he sido llamado, yo sabía que había algo que estaba mal en la traducción de este texto del griego. No es que lo sabía porque yo tenia grandes conocimientos de la lengua griega o de la gramática griega, pero Dios simplemente me dio a conocer, en la década de los 80, que lo que en estos versículos nos estaba siendo dicho es que Jesús Cristo vine y hace morada en la vida humana, a través del poder del Espíritu de Dios, exactamente como él dijo que él y su Padre lo harían. Esto ha sido el mismo conocimiento que simplemente estaba allí, en mi mente, sin ninguna otra prueba. Casi 12 años más tarde encontré un libro escrito por un erudito griego que había traducido todas las palabras del Nuevo Testamento del griego al inglés y había identificado cada palabra por su uso correcto en la gramática griega. Efectivamente, las palabras en estos versículos no han sido escritas en un tiempo verbal del pasado, ni en un tiempo verbal del futuro, pero han sido escritas en un tiempo verbal que es similar a lo que se describe en la gramática inglesa como “presente continuo o progresivo”. Lo que significa que aquí se trata de una acción que tiene lugar en el presente (tiempo presente) y que continua (tiempo progresivo) como un proceso constante, desde ese momento en adelante. Estos versículos hablan de que Jesús Cristo, a través del poder del Espíritu Santo, vendría a vivir en nuestras vidas (en nuestras mentes) y continuaría viviendo (permaneciendo, estando) en nosotros, (excepto durante los períodos de separación a causa del pecado sin arrepentimiento).

Esta fue una experiencia innegable y profunda que me fortaleció poderosamente en la confianza, la fe y la convicción en el ministerio de Dios. El ejemplo siguiente, una gran lección que me causó un fuerte impacto y me enseño que Dios es el único que puede revelar la verdad a nuestras mentes mediante la comunicación en un plano espiritual, fue una serie de verdades que Cristo me ha revelado con respecto a la verdad acerca de la apostasía, el hombre de pecado, el significado de las piedras del templo, Dios vomitando a la Iglesia y dejando de habitar en ella, la profetizada y masiva dispersión de la Iglesia, etc. Estas verdades eran una vez más algo que yo he sabido absolutamente cuando me ha sido dado. Estas verdades no me han sido reveladas por otros o creídas por otros que estaban en la Iglesia, y tampoco fueron aprendidas a través del estudio o conocimiento personal, pero en todos los casos ha pasado lo mismo que con mi experiencia cuando he sido llamado por Dios. Se trata simplemente de unsaber absoluto en el discernimiento espiritual, que yo sabia que estaba siendo comunicado a mi espíritu (mente) por Dios, a través de Su Espíritu.

Después de esta experiencia, donde Dios me ha revelado tantas verdades relacionadas con la apostasía y después que Dios me bendijera mucho más de lo que yo pudiera imaginar (sin mencionar mi aversión a la hora de escribir), yo escribí un libro. Entonces, después de un triple bypass en agosto de 2005, Dios me llevó a una de las experiencias más poderosas hasta la fecha, en lo que se refiere a la comunicación directa de Su palabra a mi espíritu, que ha sido engendrado y que está siendo transformado. Durante mi preparación para la Fiesta de los Tabernáculos, Dios me ha revelado verdades sobre una gran parte de las Escrituras acerca de cómo solamente Él siempre ha existido eternamente y que Jesús Cristo ni siempre ha existido. Aunque la Iglesia, durante más de medio siglo, tuvo muchas verdades restauradas a través del apóstol de Dios en aquel entonces, el Sr. Herbert W. Armstrong, la Iglesia, durante la Era de Filadelfia, creía que Cristo siempre había existido.

Eso es algo muy simple, pero las personas suelen tener dificultades para recordar e interiorizar la verdad más básica sobre cómo podemos aprender y conocer la verdad. ¡Dios tiene que dar la verdad a uno! Él debe comunicarla por medio de Su Espíritu a nuestro espíritu. No hay ninguna otra manera de conocer las verdades de Dios en un plano espiritual. Claro que hay algo de la verdad que la mente carnal puede llegar a entender mediante un razonamiento físico muy básico. Esto pasa en la mayoría de las religiones que se hacen llamar cristianas, pero no es algo que procede de Dios. Una de estas iglesias ha sido fundada sobre la simple aceptación física del verdadero significado de la palabra griega que se traduce como bautizar, que como saben, simplemente significa “sumergir” en el agua y no rociar con agua como los demás creen. Otra iglesia ha sido fundada con base en la aceptación de que entienden, a un nivel físico (a través del razonamiento físico e intelecto), que el Sabbat de Dios es en el séptimo día de la semana.

Hay muchos otros ejemplos, pero nada de esto fue revelado como conocimiento espiritual de Dios y de Su Espíritu a estas personas. Eso es algo de naturaleza solamente física. Aunque, cuanto más una persona acepta y trata de obedecer a Dios, siguiendo Sus simples instrucciones, incluso en un plano físico, más su vida será bendecida, eso no implica una relación espiritual con Dios como resultado de Su llamamiento.

Sólo Dios puede comunicar el conocimiento y la comprensión espiritual, como Él lo hace a través de Su Hijo Jesús Cristo. Eso no es algo que se pueda – NUNCA – ser recibido a través del intelecto humano, porque este es estrictamente limitado (restringido) a un plano físico, con la capacidad de razonar y saber (aprender). Dios no dio al Sr. Herbert W. Armstrong la capacidad de ver que Jesús Cristo no había existido eternamente; y que su vida comenzó con un nacimiento humano, de una madre física, María; y que había sido engendrado por un padre espiritual, Dios Todopoderoso. Es Dios quien decide cómo y cuando Él revela el conocimiento espiritual. No era culpa del Sr. Herbert W. Armstrong que él no conociera esta verdad, ni es algo que de modo alguno le desmerezca como apóstol de Dios. Se trata simplemente del conocimiento de Dios, que seria dado cuando Él eligió hacerlo. Nadie puede juzgar a Dios en estos asuntos, aunque muchos han juzgado a Su siervo, el Sr. Herbert W. Armstrong sobre tales cosas, como pasó entonces con el tema de Pentecostés.

Mientras me estaba siendo dada una gran cantidad de revelaciones en las Escrituras sobre este tema, en la preparación de la Fiesta de 2005, yo estaba siendo fortalecido de una manera fenomenal, con esta continua y madura experiencia de Dios comunicando a mi espíritu Su verdad sobre estos asuntos. Había aprendido mucho antes de esto que no había otra manera de saber estas cosas. Fue a causa de esta fuerza espiritual que Dios estaba vertiendo sobre mí, que yo tenía tanta confianza y sabia que había otro tema que debería ser abordado en los sermones de la Fiesta de los Tabernáculos, pero que el conocimiento sobre eso sólo me seria dado en algún momento de la Fiesta. Se trataba del tema de Melquisedec. Cuando llegamos al Último Gran Día, Dios ya me lo había revelado completamente.

El conocimiento espiritual – la verdad espiritual – sólo puede ser comunicado por el Espíritu de Dios a nuestro espíritu. Cualquier otra cosa es solamente conocimiento físicamente discernido. Una persona puede leer la verdad en nuestros sitios web y entender, de manera limitada, el plan y la verdad de Dios, pero no puede incorporar eso a su propia manera de pensar y sentir, y tampoco puede saber eso espiritualmente, a menos que Dios le revele. Una persona así no puede estar nunca totalmente de acuerdo con Dios y con Su Iglesia, ya que es simplemente incapaz de hacerlo con base en su razonamiento físico. No sólo eso, sino que incluso una persona que ha sido llamada por Dios y a quien ha sido dada la capacidad de ver lo que es espiritual en la Palabra de Dios, puede perder esa capacidad de ver espiritualmente, si no tiene a Dios habitando continuamente en ella. Es por eso que debemos nos arrepentir rápidamente de nuestros pecados, porque el pecado nos separa de la vida espiritual y del discernimiento espiritual que habita en nosotros. Si no tenemos esta vida y este discernimiento espiritual en nosotros, entonces tampoco tendremos la capacidad dever, pensar, e incluso la opción de vivir a través de eso en un plano espiritual. Una vez que esto sucede, uno puede optar por seguir comiendo sólo las carnes puras, pero eso es una opción puramente física, sin ninguna percepción o conocimiento espiritual, en absoluto. Lo mismo puede decirse acerca del diezmo o de la observancia del Sabbat y de los Días Sagrados. Algunas personas en el mundo hacen esas cosas como algo físico, pero no como resultado de Dios viviendo permanentemente en ellas y la comunicación continua de Su Espíritu con el espíritu de estas personas. Si ese proceso de Dios habitando continuamente en nosotros se interrumpe, empezamos a perder lo que tenemos, por que lo que tenemos viene de Dios.

Mi transformación
Estas son algunas de las impresionantes experiencias que he tenido, de Dios comunicando Su palabra, de Su espíritu al mío. Todas estas experiencias han transformando mi mente – cambiando mi propia forma de pensar y la forma en que he elegido para vivir. Sé, en lo más profundo de mi ser, quien soy y lo que Dios me ha llamado par realizar como Su profeta y Su apóstol en este tiempo del fin. Eso yo no lo puedo dar a nadie, porque es algo que sólo cabe a Dios y a Su Hijo dar. Lo que está siendo formado en mí está casi listo. Yo sé que soy Su profeta, aunque no conozca toda la profecía. Sólo tengo lo que Dios me ha dado.

Por esta misma razón, por todas estas experiencias y la verdad que me ha sido dada, es que yo digo que voy a seguir avanzando, siguiendo a Dios y a Su Hijo, adonde sea que me lleven. Como se ha mencionado en otra entrada, “nosotros no vivimos por ‘lo que podría ser’, sino que por ‘lo que es’” . Para cuando usted lea esto, quedará menos de tres semanas para Pentecostés. La realidad es que si Jesús Cristo retornar o no en ese día, yo voy a seguir viviendo por “lo que es” en ese momento y voy a seguir a Dios dondequiera que Él me lleve. Si en ese momento me encuentro en un cuerpo espiritual, voy a seguirlo. Si todavía estoy en un cuerpo físico, le seguiré adondequiera que Él me conduzca. Y yo estoy seguro que en algún momento, aún que no sea inmediatamente como ha pasado en el 26 de mayo del año pasado, sabremos lo que Dios quiera que sepamos entonces.

Es a través de todo lo que experimentamos en nuestro relacionamiento con Dios, que siempre estamos siendo transformados de lo físico a lo espiritual. Ese proceso no es fácil, especialmente para aquellos a quienes Dios está moldeando y formando y creando con el gran propósito de hacer parte de la estructura principal de Su Templo – Su Reino. Aquellos que ahora están siendo llamados para estar en Su Reino en el inicio de Su reinado en la tierra y también aquellos que están siendo llamados ahora para vivir en ese período del milenio han sido elegidos para cumplir un gran propósito y les está siendo dada una increíble oportunidad en la vida.

Los dos últimos Sabbats
Dos Sabbats antes hemos convocado un ayuno urgente para toda la Iglesia. Nos dimos cuenta de que estábamos en medio a una gran guerra espiritual. Nuestro deseo es que Dios y Su Hijo habiten más plenamente en nosotros, porque estamos convencidos de la verdad en el versículo citado en la entrada donde se convocaba el ayuno: “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido (del griego: conquistado); porque mayor es el que está en vosotros (Dios Todopoderoso y Jesús Cristo), que el que está en el mundo (Satanás y sus demonios)”. ( 1 Juan 4:4).

En el Sabbat cuando hemos hecho este ayuno, hace dos semanas, nuestro evangelista sénior, Johnny, dio un sermón poderosamente inspirado sobre el propósito de nuestro ayuno y la guerra espiritual que se está librando. En ese día Dios también inspiró el mensaje “Un Pentecostés que se acerca rápidamente”. La revelación en esa entrada me recuerda el momento en que Daniel estaba ayunando, hacia el final de la cautividad de los judíos en Babilonia. Fue entonces que Dios le dio el entendimiento de que la “profecía de los setenta años”, sobre la ocupación de Jerusalén, ya se había cumplido y que era hora de que empezasen a volver. De la misma manera, Dios ha revelado a nosotros que hemos estado pasando por el primer “ay” de Apocalipsis, que es cuando a Satanás y a su ejército demoníaco les serian dados cinco meses enteros para hacer la guerra contra el pueblo de Dios. Dios reveló que el furor de la guerra llegaba a su fin y nos fortaleció con esta comprensión, para que pudiésemos entender por qué estábamos pasando por tan intensiva lucha en toda la Iglesia.

Satanás y sus demonios deseaban más que nada poder librar una gran batalla espiritual contra el pueblo de Dios. Deseaban eso mucho más de lo que desean incitar una guerra en un mundo que ya está engañado. Aunque el tiempo que estos seres tienen para librar esa gran guerra contra el pueblo de Dios terminará cuando pasen estos cinco meses, el pueblo de Dios debe permanecer siempre en guardia, porque estos seres siguen buscando a los que defraudar espiritualmente, porque esto es lo que se les permite hacer, si no tenemos a Dios habitando en nosotros (1 Juan 4:4), para que podamos continuar firmes.

Antes del pasado Sabbat, Dios inspiró un otro poderoso sermón, dado por otro evangelista, Terry. Ese sermón encaja perfectamente con lo que ha pasado desde que hemos ayunado y con lo que escribí en mi última entrada, aunque haya sido pregrabado y dado antes del Sabbat semanal y antes de que otras cosas fuesen reveladas a finales de la semana y durante el fin de semana. La devastación de este primer “ay” ha sido mucho menos intensa (mas pequeña) en comparación con lo que pasó con lo de la apostasía, cuando ha sido relativamente fácil para el mundo demoníaco atacar rápidamente y con éxito, diezmando a la Iglesia de Dios entonces. A pesar de que los daños de esta gran guerra espiritual hayan sido mínimos, no por ello han dejado de ser muy dolorosos, como siempre pasa cuando cualquiera en la Iglesia de Dios cae y deja de seguir a Dios. Ha habido algunas personas que han caído, incluyendo algunas personas que hacían parte del ministerio de la Iglesia. Al igual que con todos los que se van, yo espero sinceramente por el momento en que estas personas puedan volver a la comunión en espíritu y en verdad.

La buena noticia ahora es que esta batalla de cinco meses ha terminado y que la Iglesia de Dios ha sido definida. La ira de este gran ejército de seres espirituales demoníacos está ahora centrada en este mundo. Una gran guerra ha terminado y la última está a punto de comenzar. Hemos vivido un momento de gran dificultad que vino sobre la Iglesia, y ahora el tiempo de angustia está listo para ser lanzado sobre el mundo.

De hecho, hemos vivido en el momento profético en el tiempo, cuando Miguel, el gran príncipe que se levanta para defender a los hijos de Dios, se ha mantenido firme junto con un ejército de ángeles, luchando por nosotros. Saber lo que ha sido cumplido y saber que cada uno de nosotros ha tenido parte en eso, y saber que Dios nos ha mantenido de pie, es algo que debe nos llenar de gran valor.

Vestirse de cilicio
En el comienzo de esta entrada he mencionado que habían dos cosas que yo tenia en mente cuando empecé a escribir. Uno de estos dos puntos ha sido claramente explicado en lo que se refiere a seguir adelante y seguir a Dios dondequiera y a través de lo sea que Él nos guíe. Aunque he tratado de seguir a Dios de esta manera, ni siempre he estado contento con eso. Francamente, he tenido a veces la mayor aversión a las experiencias por las que he pasado (mientras pasaba por ellas) y que me han hecho mucho daño. Esto pasa por que el proceso de transformación es algo que duele y sufrimos por estas cosas que trabajan para nos moldar, formar y nos llevar a una mayor unidad de mente y mayor conformidad con Dios.

A mí no me ha gustado nada la gran experiencia de la apostasía. Tampoco me gustaron las muchas ocasiones en que las personas con quienes he caminado lado a lado en la Casa de Dios han abandonado la comunión. He estado muy disgustado en muchas ocasiones cuando he tenido que vestirme de cilicio mientras era atacado por tantos. Y tampoco me agrada mi entorno actual. Aunque no me gusten los momentos de sufrimiento y dolor, siempre me ha encantado el fruto que se ha producido a partir de esa aflicción, porque el poder del Espíritu de Dios en mí es lo que me ha convertido en lo que soy hoy. Y yo no cambiaría ninguna de las dificultades, a través de las cuales Dios me ha bendecido con Su presencia en mi vida, viviendo más plenamente en mi ser, en cada vez mayor unidad de mente y espíritu con Él.

La segunda cosa a que me referí al principio ya ha sido explicada en esta entrada como siendo una poderosa verdad en nuestra vida. Todo – TODO – lo que es verdadero viene solamente de Dios. La fe viene de Dios. Ágape viene de Dios. La verdad que recibimos y hasta mismo nuestra capacidad para creerla (tal y como lo he descrito por las experiencias personales que he mencionado) son comunicadas a nosotros por Dios. Dios es quien en realidad nos da la capacidad de creer, porque eso es algo espiritual. Entonces debemos elegir si queremos vivir de acuerdo con aquello que Él nos dio capacidad para creer en ello. La capacidad de vivir en esa creencia es la fe, y todo viene de Dios.

Un miembro del ministerio, que ha dejado la Iglesia, hizo un comentario acerca de volver a lo básico y probar esas cosas a sí mismo (parafraseando la idea central de la conversación). Pero él no entendió mi respuesta y pensó que yo no entendí muy bien lo que él estaba diciendo. Muchos no entienden lo que Dios quiere decir cuando Él nos dice que debemos probar todas las cosas. Eso a veces es entendido como si nosotros, de alguna manera, tuviésemos la capacidad y la habilidad para “probar” la interpretación bíblica o entender por nuestra propia capacidad lo que está escrito en las Escrituras. ¡Pero nosotros no tenemos tal capacidad! Sí, claro que debemos estudiar la Palabra de Dios para que podamos conocer mejor lo que está escrito, pero no tenemos la capacidad para determinar si algo es cierto o no, en lo que se refiere al significado de lo que estudiamos.

Mediante el estudio de las 57 verdades, podemos estar más informados sobre su contenido y somos fortalecidos al recordarlas y enumerarlas. Lo mismo se puede decir acerca de las Escrituras. En este ejemplo del estudio de las 57 Verdades, el estudio de por sí no significa que vamos entender que son la verdad por nuestra propia capacidad intelectual. Incluso si las memorizamos hasta que podamos repetirlas palabra por palabra. La única manera que sabemos que son ciertas (todos ellas) es por el Espíritu de Dios que comunica la verdad – el conocimiento – a nuestra mente (nuestro espíritu).

Probar todas las cosas que son de Dios es una cuestión de poner estas cosas en práctica como una forma de vida. Es como el ejemplo de las “juntas de bueyes”. Hay que poner los bueyes para trabajar para ver de lo que son capaces (lo que hacen). Tenemos que demostrar a través de vivir la verdad de Dios (después de que haya sido revelada a nosotros) que ella funciona y que produce la plenitud en la vida, la paz, los buenos frutos y las bendiciones en la vida.

Así que si alguien cree que puede “volver atrás” y probar cosas como el Sabbat, los Días Sagrados, el gobierno de Dios (la primera Verdad revelada a través del Sr. Herbert W. Armstrong), etc., entonces esta persona no comprende lo que le está siendo dicho. Esta primera Verdad sobre el gobierno de Dios no es una cuestión de la propia capacidad de cada uno para creerla. Se trata de la revelación y de la fe que Dios da, comunicándola de Su Espíritu al nuestro. Usted puede creer que los Sabbats de Dios sean algo que pueda ser fácilmente probado. ¡Pero eso no es así! El conocimiento sobre estas cosas, si Dios lo da a uno, es algo espiritual y es una cuestión de fe. Es por eso que muchos de los que ya no forman parte de la Iglesia de Dios, que están dispersados y separados del Espíritu de Dios, no pueden ponerse de acuerdo sobre cuestiones tan básicas como la observancia del Sabbat semanal, el Pésaj, los Días de los Panes sin Levadura, Pentecostés, la Fiesta de las Trompetas, etc. Todas estas cosas son una cuestión de fe (dada por Dios) y son espirituales. Usted no lo puede probar a si mismo. Todas y cada una de las verdades son una cuestión de fe y de lo que podemos ver espiritualmente – que nos es dado solamente por Dios.

Todo lo que tenemos la capacidad de creer, que es la verdad y que es de Dios, sólo puede venir de Dios y nosotros sólo lo podemos ver y conocer a través del Espíritu de Dios habitando en nosotros y Su comunicación a nosotros a través de Su Espíritu. Si de veras comprendemos esto, entonces tenemos el potencial acceso a una gran sabiduría, por que eso es también algo que viene de Dios. Si podemos comprender y creer firmemente que todo lo que sabemos y vemos que es verdadero, sólo puede venir por la revelación (comunicación) del Espíritu de Dios a nuestro espíritu, entonces podremosver mejor a nosotros mismos.

Esta parte del mensaje es el producto de la segunda cosa que yo tenia en mente cuando empecé a escribir. La verdad es que somos muy pequeños, pero Dios está creando algo que va a ser grande. Ser pequeño ante nuestros propios ojos es un inestimable don de Dios. La verdadera humildad consiste en ser capaz de ver y creer profundamente que usted es pequeño (no con palabras vacías, pero en espíritu y en verdad).

He comentado en el pasado que llevar cilicio pica. A menudo pica porque llevar la verdadera humildad no es algo que sea compatible con la mente humana, porque es algo incómodo. Eso sí que sería una gran cosa a se probar: ¡Demostrar humildad! Aprenda a llevar eso siempre porque es en ese estado de espíritu que la gran obra de transformación puede avanzar. Ese es el estado de espíritu en el que Dios puede producir más en nosotros a medida que nos sometemos más completamente a Su moldeo, formación, y creación de una nueva vida en nosotros.

Así que trate de llevar cilicio siempre. ¡Es algo que realmente está siempre de moda para los hijos de Dios!