Ronald Weinland

UNA MAYOR DEDICACIÓN – 3ª PARTE

Desde el principio, las instrucciones de Dios fueron que todo lo que ha sido colocado en el entorno y bajo el control personal de un individuo debería ser “cuidado y guardado” por él. Esto revela el tipo de

Hemos dicho antes en esta serie de entradas que cuando Dios creó a Adán y Eva “todo lo que se necesitaba para mantener, mejorar y enriquecer la vida humana estaba disponible para ellos en el Jardín del Edén”. Para que una persona pudiese experimentar la clase de vida que Dios estaba ofreciendo a Adán y Eva, es persona tendría que aceptar, y luego ejercer, la responsabilidad personal que le había sido dada sobre aquello que había sido colocado bajo su control en el entorno en el que vivía – debía cuidar y guardar esto.


Por ahora, debe quedar claro que esto significa que un individuo debe trabajar y afanarse, que debe también esforzarse para tener un espíritu dispuesto a servir hacia Dios (para cuidar), y un individuo debe observar, debe guardar, y también proteger y defender el camino de vida de Dios (debe guardar).


Entonces, qué era eso que Adán y Eva debían trabajar y afanarse para observar y guardar en relación al camino de Dios? ¿Qué puso Dios en Su jardín y que les fue dado como su responsabilidad personal dentro de ese entorno?

El Espíritu de los Caminos de Dios
Cuando una persona comienza a aprender el camino de vida de Dios y luego decide empezar a vivirlo, uno debe tomar la decisión de empezar a obedecer a las leyes de Dios y arrepentirse del pecado. Cuando una persona comienza a tomar esas decisiones, entonces va a empezar a centrarse en la explicación de la ley contenida en los Diez Mandamientos. Comenzará a tratar con la instrucción básica sobre cómo vivir la vida en las relaciones de uno.


Visto que los primeros cuatro mandamientos revelan cómo tener una buena relación con Dios, una persona por lo general comienza a ver que si uno quiere seguir el verdadero camino de vida de Dios, tiene que empezar con la obediencia a la observancia del Sabbat en el séptimo día y a los Días Sagrados anuales de Dios. Uno también empieza a tomar decisiones sobre la obediencia a los últimos seis mandamientos, que afectan directamente a todas las relaciones humanas.


Aquí es donde un cambio importante comienza a tener lugar en la vida de uno después de haber sido llamado por Dios. A modo de ejemplo, cuando una persona que antes seguía el cristianismo tradicional es llamada, ella entonces comienza a tomar decisiones tales como dejar de observar los falsos días festivos como navidad y pascua, y comienza a abrazar a los verdaderos Días Sagrados de Dios. Esa persona también tienen decidir apartarse de cualquier observancia del culto en el domingo y empezar a guardar el Sabbat en el sábado, en el séptimo día. Y esto también significa que esa persona tiene que tomar la decisión de no trabajar en los Días Sagrados de Dios.


Y además de estos cambios, que tienen que ver con una correcta relación con Dios, esa persona tendrá que empezar a hacer los cambios en su vida para se deben hacer para que uno pueda estar en unidad con la obediencia a los últimos seis mandamientos. Esto puede tener que ver con cuestiones en el área sexual, con el robo, la mentira, el odio, y con la mala conducta y mala manera de vivir; cosas de las que uno tiene que arrepentirse y cambiar.


Estas son las “principales áreas de la vida” en las que uno debe centrarse cuando empieza el proceso de arrepentimiento, bautismo, cambio (conversión), y transformación espiritual que comienza a remodelar el pensamiento en la mente de uno. De hecho, la obediencia a las leyes son el principal medio a través de cual una persona puede ser transformada en su espíritu (en su mente) para poder crecer en unidad y conformidad con el espíritu, con los caminos de Dios, y con el tipo de amor de Dios. Y cuando uno crece en la transformación y más obediencia a las leyes de Dios, uno puede crecer en la capacidad para ver, entender y para estar en una mayor concordancia con “el espíritu” de la ley.


Así que, desde el comienzo de la relación de uno con Dios, esa persona debe aprender a “guardar y cuidar” de las leyes de Dios. Uno tiene que trabajar para aplicar la ley de Dios en su vida. Y gran parte de ese trabajo implica una batalla activa contra la propia naturaleza humana de uno, y contra sus propias formas de ver y hacer las cosas, que se basan en el egoísmo. Este trabajo implica participar activamente en esto, guardando, custodiando y protegiendo los verdaderos caminos de Dios y la verdad de Dios. Esto es una cuestión de aferrarse al árbol (a la fuente) de la vida que Dios pone ante nosotros para que podamos ser transformado del camino del egoísmo, del tomar, al camino de amor de Dios, a la verdadera generosidad.


Pero hay mucho más en este proceso de transformación que ahora puede empezar a ser añadido a la mente de uno, en lo que se refiere al cambio y al aprendizaje de pensar de forma diferente. Dios está comenzando a darnos una comprensión más profunda del espíritu de Su camino de vida. Esto tiene que ver con otras áreas de la vida, además de un enfoque generalizado en la obediencia a los Diez Mandamientos, y en guardar y vivir las verdades de Dios. Estas otras áreas de la vida también tienen que ser el enfoque principal de una persona; y esto tiene que ver con cómo esa persona vive el camino de vida de Dios más plenamente. Esto se debe a que hay más en el camino de Dios que refleja el pensamiento correcto, la firmeza, el equilibrio en la vida; y también un enfoque sano hacia la propia vida. Y cuando una persona comienza a comprender más plenamente y luego empieza a ejercer esta forma de pensar y de vivir, entonces uno empieza a ver, de una aún más ampliada, “el espíritu” de las leyes y del camino de vida de Dios. Esto es una más avanzada “purificación espiritual” que Dios nos está ofreciendo, en la que podemos crecer y experimentar una mucho más grande sanación dentro nuestra mente.


Este es un asunto que tiene que ver con la instrucción de cuidar y guardar”. Esta instrucción ciertamente incluye lo que ya hemos hablado acerca de trabajar y afanarse para guardar (observar y proteger) los Diez Mandamientos y acerca de cómo uno vive en todas sus relaciones. Y al igual que desde el principio, en todo lo que fue dado a Adán y Eva, este era el enfoque principal de lo que Dios les dio a través del árbol de la vida que estaba en medio de ellos y que ellos debían cuidar y guardar. Pero esto abarca mucho más. Esta instrucción nos lleva a comprender la necesidad de entender que en realidad es nuestra responsabilidad cuidar, guardar y también proteger las cosas físicas que están al nuestro alrededor (en nuestro entorno). Dios creó al hombre como un ser humano físico, en un entorno físico. Tal responsabilidad de cuidar de nuestro entorno es a menudo ignorada o subestimada en importancia, cuando se trata de tener una correcta relación con Dios y con Cristo, y una buena relación con los demás en el mundo que nos rodea. Sin embargo, esto es algo mucho más importante de lo que alguien, por lo general, pueda reconocer. Centrarse en esto puede ayudar a llevar a uno a ver y entender las leyes y el camino de Dios en una perspectiva más amplia.


Cuando Cristo vino por primera vez y comenzó a enseñar acerca de los caminos de Dios y Su ley, Él comenzó a “magnificar” la ley. Y antes de esto la ley sólo podía ser entendida en un plano físico, pero Él comenzó a revelarla en su plano e intención espiritual.


Cristo dijo lo siguiente: “No penséis que he venido para abrogar [abolir] la ley o los profetas. No he venido para abrogar, sino para cumplir.” (Mateo 5:17).

Y luego Él explicó Sus palabras hablando de ejemplos de un mayor propósito y la intención de vivir por la ley, que esto era algo más que un sistema físico de cosas que uno debería hacer y cosas que uno no debería hacer, para la conducta humana. Era más bien todo lo contario. Él reveló que la obediencia – vivir el camino de Dios – comienza en la mente, en el espíritu, y que es una cuestión de cómo uno piensa.


”Oísteis que fue dicho: No adulterarás. Pero Yo os digo, que cualquiera que mira á una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. [en su mente y en su pensamiento].” (Mateo 5:27-28).

El Siguiente Paso
Y una vez más, después de casi 2.000 años, Jesús Cristo ahora está revelando una engrandecimiento espiritual de la palabra de Dios y de Su camino de vida. Él ha escogido este momento, justo antes de Su segunda venida, para hacer esto. Esto está siendo revelado mediante el aprendizaje de lo que sucedió desde el principio y la respuesta de la humanidad a la instrucción de Dios de guardar y cuidar de lo que Dios le había dado.


Hay que repetir que, aparte del hecho de que el propio Dios estuviera en medio de ellos, lo que más se destacaba de todo lo que había sido dado a Adán y Eva eran los dos árboles que estaban en el medio del jardín. Ellos no debían tener nada que ver uno de ellos, pero en lo que se refiere al otro, ellos debían seguir las instrucciones de cuidarlo y guardarlo. Y nosotros conocemos de sobra la historia y el resultado de su desobediencia.


Adán y Eva no empezaron el proceso de verdadero crecimiento y desarrollo espiritual en su vida, porque ellos han llegado rápidamente al punto en e que el acceso a Dios y Su espíritu les fue cortado. De no ser así esto podía haber quedado en ellos. Y es por eso que ellos nunca han seguido adelante en el proceso de experimentar la plenitud, la riqueza y la alegría de vivir el camino de Dios, junto a todo lo que Dios había puesto en el jardín, y ni siquiera el uno con el otro. Ellos nunca llegaron a experimentar la plenitud de vida que estaba siendo ofrecido por guardar y cuidar de todo lo que Dios había colocado bajo su control y responsabilidad personal. En cambio, ellos fueron separados de Dios y fueron echados del Jardín del Edén.


El árbol que ellos rechazaron era el Árbol de la Vida. Esto revelaba las leyes de Dios y cómo tener fuertes relaciones con Dios y con los demás. Esto era una revelación continua del “camino de vida” de vida” de Dios que les llevaría a convertirse en uno “en espíritu” con propio Dios. Esto les llevaría más allá de la necesidad de una “ley”, que existe para regular el comportamiento humano para que uno pueda tener relaciones correctas con Dios y con los demás seres humanos. Y en lugar de una necesidad continua de una ley para regular el comportamiento humano, uno puede crecer espiritualmente en su pensamiento y alcanzar una mayor unión, concordancia, y unidad de espíritu con el espíritu de Dios – con Su mente y Su palabra – con todo que vive y todo lo que ha sido creado, tanto físico como espíritu. La ley es necesaria para regular la conducta humana, pero en la familia de Dios, el comportamiento que está de acuerdo con Dios es la única manera de vivir la vida, y esto funciona en unidad con el espíritu santo de Dios.


Y además del árbol de la vida, del que Adán y Eva tenían que cuidar y guardar ¿qué más puso Dios en su entorno, bajo su responsabilidad, que ellos debían guardar y cuidar? Dicho de otra manera, ¿qué otra cosa estaba en su entorno, y que ellos debían cuidar y guardar, que reflejaba el ser de Dios – Su mente, Su pensamiento, Su propósito y Su espíritu?


Todo en su entorno físico, y todo en nuestro entorno físico proclama la grandeza, la gloria, la majestad y la belleza de la mente y del pensamiento del propio Dios Todopoderoso. Nosotros podemos aprender más acerca de la mente, del pensamiento y del espíritu de Dios a través de las cosas físicas que nos rodean. Claro que las leyes que Dios estableció para regular la conducta humana revelan mucho acerca de Dios y de Su camino de vida, que se basa en la verdadera paz, en la verdadera familia, y el verdadero de amor, el amor que “da”. Sin embargo, hay algo más en nuestro entorno físico, y en la forma en que debemos “ver” esas cosas, que también refleja el pensamiento de Dios, Sus caminos, y Su mente.


Desde el principio, Dios reveló que Él no creó la tierra en el estado en que ella estaba cuando Él entró en escena, por segunda vez, para una vez más poner la tierra en orden, embellecerla, y poner en tiempo y los ciclos en perfecta sincronía y equilibrio para que muchas variedades de vida pudiesen existir. Pero entre el momento de la creación original de la tierra, que fue creada para ser habitable, para albergar vida, y el momento en que Dios remodelado, formado, y restablecido la tierra vuelva a su condición original, Satanás y sus demonios han tratado de destruir todo que pudieron, y la tierra se convirtieron en un montón de escombros, quedó desolada y vacía, sin poder albergar cualquier tipo de vida.


“El SEÑOR, creador de los cielos [universo]; el Dios que formó la tierra; el que la hizo y le dio forma; el que no la creó sin un propósito, [esta es la palabra hebraica “tohu”, que significa desolado, lleno de escombros, vacío, en confusión], sino que la creó para que fuera habitada [habitable], dice así: Yo soy el SEÑOR, y no hay otro.”(Isaías 45:18).


Está claro que Dios creó la tierra en un estado de perfección y para albergar vida.


Génesis 1 nos cuenta sobre Dios arreglando lo que Satanás había hecho y poniendo la tierra de nuevo en su estado original. y luego nos habla de la creación de gran variedad de vida, que nunca había existido antes. En el primer versículo, cuando la narración comienza, la todavía se encontraba el estado original que Dios la había creado. “En el [y esto debería ser “un” porque en la lengua hebraica no existe el artículo definido “el] principio creó Dios los cielos y la tierra.”(Génesis 1:1). La tierra, la luna, el sol, y el resto del universo habían sido creado por Dios mucho antes.


Sin embargo, desde el momento de la creación literal mencionado en este versículo, Satanás se propuso a destruir lo que Dios había creado. Por el “momento” mencionado el siguiente versículo, es mucho más adelante en el tiempo, que fue cuando Dios entra en escena para poner la tierra en condiciones y arreglar el daño causado por Satanás.


“Y la tierra estaba desordenada y vacía [Las palabras hebraicas “tohu” y “bohu”, que significan caos, confusión, destrucción, desolación], y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo [la luz del sol no llegaba a la superficie de la tierra]. Y el espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas.” (Génesis 1:2). Y aquí se comienza a describir cómo Dios empezó a restaurar lo que ya existía aquí, para que la luz del sol pudiera volver a brillar en la tierra.


Y así el Todopoderoso Dios Eterno pone todo otra vez en perfecta armonía, para poder dar una increíblemente abundante vida que iba a poder ser experimentada por aquello que era el enfoque de Su gran creación – la humanidad. Después de crear a Adán y a Eva, Dios los puso en un entorno que había especialmente preparado para ellos (Su jardín), y les dijo que ellos deberían guardar y cuidar ese entorno. Él les dio entonces la responsabilidad de cuidar de Su creación.

La Creación Revela A Dios
No es tan difícil de entender cómo la creación que nos rodea proclama la grandeza de Dios y de lo que refleja Su ser – Su mente, Su mentalidad y Su espíritu. Hay numerosas palabras que deben saltarnos a la vista, porque ellas proclaman y expresan la mente y el espíritu del gran Dios que todo lo creó. Piensa en palabras, tales como: orden, armonía, equilibrio, planificación, productividad, trabajo, salud, energía, verdadera belleza, creatividad expresiva, diseño, calidad, disciplina, vida, limpieza, integridad, regeneración, alegría, puntualidad, organización, deferencia, y muchas más.


Estas palabras ayudan a definir y a reflejar la mentalidad y el espíritu de Dios Todopoderoso. Este es el tipo de espíritu y mentalidad que nosotros tenemos que abrazar y tratar de desarrollar más plenamente en nuestra vida, de una manera equilibrada y sensata, porque esto es lo que debe reflejarse más en nuestras acciones en la vida como resultado de nuestra forma de pensar, mientras nos esforzamos para estar en mayor unidad y concordancia con los caminos de Dios y de Jesús Cristo. Tal equilibrio y sensatez sólo pueden venir de Dios mediante el poder de Su espíritu. La tendencia de tantos, cuando uno considera cualquiera de estas palabras y cómo esto se puede aplicar a su vida, es extremarse y ser “desequilibrado” en la forma en que ellos aplican tal calidad a su vida. Y probablemente vamos a hablar de algunas de estas cosas en la próxima entrada.


También hay palabras que proclaman y reflejan todo lo contrario, y que pueden revelar una mentalidad y espíritu equivocados – la mentalidad y espíritu que llevaron esta tierra a la destrucción, al caos, a la confusión y a la desolación. Estas palabras reflejan una mentalidad que es contraria a los caminos de Dios y a Su espíritu. Por lo tanto, debería ser bastante fácil ver que lo que es reflejado por esto es justo lo opuesto a las obras y caminos del espíritu de Dios. Tales palabras son por ejemplo: destructivo, derrochador, caótico, desordenado, mugriento, confusión, desorden, ruina, enfermizo, desorden, negligente, infructuoso, defectuoso, indigno, desorganizado, fastidioso, perezoso, no productivo, en mal estado, discordia, imprudente, infeliz, asesino, inactivo, etcétera.


La instrucción de Dios para cuidar y guardar Su creación debe tener un gran significado para nosotros, porque nosotros consideramos lo que significa trabajar para cuidar de lo que Él ha colocado bajo el control personal de cada individuo como la responsabilidad de tal individuo. Esto en efecto incluye algunas de las pequeñas cosas de la vida; y es por eso que es muy importante comenzar a aprender estas cosas desde muy joven. La razón para esto es porque estas cosas tienen mucho que ver con la formación de la mentalidad y del espíritu de uno. Es por eso que es tan importante empezar a enseñar a los niños sobree las áreas de responsabilidad que les corresponden. Estas son cosas pequeñas al principio, pero son muy importantes para ayudar a la formación de una mentalidad correcta y su enfoque en la vida para el futuro.


Los niños pueden empezar a aprender sobre la limpieza, la disciplina, el orden, la organización y la ética del trabajo, aprendiendo a cuidar de los más pequeños asuntos en su entorno personal, y de esta manera ellos pueden empezar a aprender la calidad positiva y productiva de asumir su “responsabilidad personal” en la vida. Por ejemplo, desde muy pequeño uno puede ensenar a un niño a recoger a sus propias ropas sucias y ponerlas en el cesto y tambien a colgar sus ropas limpias.


Por desgracia, hay muchos que nunca aprenden estas cosas en la vida, porque esto nunca les ha sido enseñados, o nunca les fue dada esa responsabilidad en su vida. Esto es especialmente cierto en relación a los niños varones que muy a menudo “aprenden” a depender de que mamá haga todo por ellos. Hay muchos hombres casados que vergonzosamente han crecido teniendo una visión equivocada y una profunda falta de comprensión sobre el correcto y verdadero papel de una mujer en una familia. En realidad, ellas (las mujeres) generalmente son vistas como “inferiores” a ellos (al hombre). Y de las esposas luego se “espera” que ellas salgan detrás del marido, limpiando y recogiendo su ropa interior y sus calcetines sucios (ya que ellos no han aprendido a hacer esto).


Para tal hombre, esto es una cosa muy pequeña y relativamente poco importante. Pero, en realidad, es un síntoma de algo mucho más grande que no está bien en la mentalidad de uno. Y el problema se agrava distorcionando su forma de amar a los demás también. Si este es el caso de cualquier persona en la Iglesia, esa persona tiene que ver que esto se trata de un “espíritu” en su manera de pensar que se resiste a cambiar y que necesita estar en una mayor armonía con el espíritu de Dios, con Su forma de pensar, y con Su camino de vida. Este síntoma específico también revela una mentalidad equivocada hacia las mujeres. Este es sólo un pequeño ejemplo de un problema mucho maas grande que ha existido, y sigue existiendo, por cerca de 6.000 años, que al igual que el ejemplo que he dado aquí, se multiplica muchas veces en todas las instancias y situaciones en la vida.


Esperemos que este ejemplo, por muy pequeño que sea, pueda empezar a ayudar a magnificar la importancia de ir más allá de las “leyes” de Dios, que de hecho deben ser vividas, lo que implica tener “el pensamiento correcto”, basado en las cualidades que están en Dios y que se revelan a través de toda Su creación. Y a medida que uno crece y entiende estas cualidades, que son de naturaleza divina, uno también crecerá en poder ver que éstas se basan en el amor de Dios (ágape), que revela la verdadera naturaleza de Su espíritu.


No es el propósito de esta entrada hablar del gran número de ejemplos en la vida, donde características son mostradas por la creación que revelan la mente y el pensamiento de Dios. Esto es algo que cada individuo debe examinar en su propia vida, debe comienzar a edificar sobre esto, y luego crecer más espiritualmente en unidad y conformidad con Dios. Esto es sólo el comienzo, los primeros bloques para la construcción, que pueden ser utilizados para estimular una mayor unidad espiritual con Dios, a medida que las personas edifican sobre esta comprensión y cómo ellas aplican esto a sí mismas, de forma individual, y a sus familias.


Lo que hay que entender en todo esto, en este momento, es que la respuesta de cada individuo a algunas de las cosas más pequeñas en la vida refleja su mente – su forma de pensar, que es el propio espíritu de uno. La mentalidad equivocada en muchas de las pequeñas cosas en la vida debe ser tratada, para que una mayor transformación de la mente pueda tener lugar, para que uno pueda llegar a una mayor unidad y armonía con Dios. Esto es necesario para que nosotros, como miembros de la familia de Dios, podamos abordar de manera justa, y cada vez a la manera de Dios, las cosas grandes en la vida. Si nosotros aprendemos a ser más fieles en lo poco, entonces estamos aprendiendo a ser fieles en lo mucho.

[Seguiremos con la 4ª parte.]