Ronald Weinland

PROBANDO LA VERDAD DE DIOS

La semana pasada no he escrito una entrada, como todas las semanas, y creo que es bueno mencionar el motivo por que no lo he hecho. Ha sido simplemente por que Dios no me ha dado nada de lo que escribir. Siempre hay lecciones que podemos aprender de la forma en que Dios nos dirige.

Somos bendecidos en poder recibir alimento espiritual a cada Sabbat, por que este es uno de los propósitos principales para el cual Dios nos dio ese día: nos enseñar en sus caminos. Eso es algo que nunca debemos dar por sentado. Es importante que oremos continuamente, pidiendo a Dios que nos alimente y que inspire a aquellos que preparan los mensajes que recibimos.

Como lo que he mencionado tan a menudo acerca de la oración, en su preparación personal para la Fiesta de los Tabernáculos y los sermones que usted oirá durante la Fiesta, usted también debe orar, de la misma manera y durante todo el año, por la preparación y predicación de los sermones que son dados. Esto no sólo incluye pedir por el predicador, pero también debemos pedir a Dios que seamos capacitados a recibir espiritualmente lo que nos es dado. Esto refleja nuestra actitud hacia Dios. Revelacómo pensamos y si estamos “llenos” o “hambrientos” de la palabra de Dios – de Su orientación, Su corrección, Su inspiración, Sus caminos, etc. Si estamos “llenos” en nuestros propios ojos, entonces este tipo de oración, hambre y agradecimiento a Dios por lo que Él nos da, no va a ocupar gran parte de nuestro “pensamiento”. En su lugar, esto reflejará un espíritu como el de Laodicea, que se está volviendo tibio, y no un espíritu que está alerta y deseoso de ser perseverante en la manera que Dios vive en nosotros.

En realidad, lo que invertimos espiritualmente en aquello que nos es dado, mediante los sermones, es proporcional a lo que vamos a ser capaces de recibir de ellos. Mucho de esto se resume a la importancia que realmente damos a lo que Dios nos ofrece.

Este es un buen momento para enfatizar la importancia de esta exhortación, ya que el ministerio ha sido alentado a centrarse en la preparación de los sermones para la próxima Fiesta de los Tabernáculos. Este año también estamos planeando añadir algo nuevo al programa de los sermones. Además de los evangelistas, hay algunas otras personas a quien se les ha pedido grabar previamente un corto sermón para la fiesta, con la posibilidad de que sea seleccionado para ser utilizado en esta ocasión. A pesar de que en estos momentos no sea importante que usted sepa quien son los que están trabajando en esto, es importante que usted esté orando por estas personas, que nunca han tenido tal responsabilidad o la oportunidad de servir a Dios de esta manera. Daremos más detalles sobre esto más adelante, probablemente este verano.

La presente entrada
Como no he escrito una entrada para la semana pasada, he creído oportuno escribir una especie de “carta personal” a todo el ministerio, y luego he decidido que deberían hacer llegar esta carta a todos los hermanos. He mencionado en dicho escrito que cuando empecé a escribirlo Dios me había mostrado el asunto sobre el cual debería escribir en la próxima entrada, o sea, la presente entrada. Es importante que mencione ahora el párrafo que me llevó a entender aquello que Dios me estaba mostrando y que debería ser escrito en la presente entrada.

En esa carta al ministerio me he referido a la serie de entradas que acababa de ser publicada, titulada “4 años y medio extraordinarios”, y yo escribí el siguiente párrafo:

“Mientras escribía esa serie, hay algunas cosas que he llegado a apreciar y entender mucho más profundamente. Una de ellas se refiere a la importancia de las verdades que Dios nos ha dado y que nos distingue de una manera tan poderosa como Su verdadera Iglesia. A menudo he exhortado a la Iglesia a revisar las 57 Verdades. No puedo enfatizar lo suficiente la importancia de que revisemos de tiempos en tiempos estas verdades y de que estemos cada vez más plenamente fundamentados en ellas. Dios las ha diseñado para Su Iglesia. Hasta mismo el orden, el número y el momento en que fueron dadas, cada una de ellas con un determinado propósito y enseñanza. Dios no revela estas verdades al azar, así como Él no creó las galaxias al azar. Todo tiene un designio y un momento – un propósito.

A menudo me ha sorprendido, sobre todo desde la apostasía, como algunas personas afirman estar en unidad con las verdades reveladas por el Sr. Herbert W. Armstrong, pero ni siquiera empiezan a estar en unidad con la primera verdad que ha sido revelada a través de él: El Gobierno de Dios. Estas mismas personas hablan frecuentemente de volver a los “fundamentos” y, a veces hablan de “probarlos de nuevo”. Pero, ¿qué son estos fundamentos de los que hablan? ¿Se trata de los diezmos, los Sabbats de Dios, el nombre de la Iglesia? ¿Qué es lo que no ha sido probado en esas cosas? ¿Cómo usted va a “demostrar” eso? Las personas que hablan de eso, lo hacen en un contexto de volver a “probar” para sí mismas que estas cosas son las verdades fundamentales de Dios.

La verdad es que usted no puede “probar” a sí mismo, “o por sí mismo,” que estas cosas son la verdad. Mismo por que, la palabra “prueba” es usada aquí de modo erróneo. ¿De dónde viene tal idea?

En el pasado, durante la última parte de la Era de Filadelfia y en la Era de Laodicea, este concepto de “probar” las Escrituras o la verdad comenzó a adquirir un significado falso, y trajo con eso un concepto muy engañoso. Esto empezó a ser inconscientemente, tontamente o simplemente falsamente enseñado por un creciente número de ministros, e incluso comenzó a repercutirse en las publicaciones de algunos autores.

Para entender mejor cómo surgió esta interpretación errónea, en primer lugar debemos simplemente mirar un poco hacia el pasado y considerar la época y entorno en que los primeros apóstoles enseñaron y escribieron lo que Dios les dio. Algunos de los que han malinterpretado las Escrituras, citarán un pasaje escrito por Pablo para demostrar que las personas deben “estudiar” la palabra de Dios a fin de ser aprobadas por Él: “Esfuérzate por presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse y que interpreta rectamente la palabra de verdad.” (2 Timoteo 2:15). [* En la versión en inglés (King James) el verbo esforzarse se traduce como estudiar]. Pero, de ninguna manera, el concepto moderno de estudio se puede aplicar a los de la Iglesia en el período de tiempo en que Pablo escribió esto. Hoy día uno puede utilizar muchos medios (investigar a través de libros, programas de estudio, mediante el uso de la Internet) para “estudiar” la palabra de Dios, pero aun así, uno debe ser extremadamente cauteloso y estar siempre en guardia. (* Nota del traductor).

Pero en aquello que Pablo estaba diciendo a Timoteo no había nada, ni remotamente parecido a esta noción de estudio. El Nuevo Testamento ni siquiera había sido completamente escrito en este momento y las personas no tenían acceso a las Escrituras del Antiguo Testamento como tenemos hoy, en una gran cantidad de libros impresos.

La palabra griega que se traduce al inglés como “estudio” (lo que no es el caso en el español) en realidad significa “ser diligente y/o esforzarse”. Pablo estaba simplemente diciendo a Timoteo que como ministro debía ser diligente y esforzarse sabiamente en su ministerio, manteniéndose fiel, (apegandose) a la enseñanza de la palabra de verdad, como lo había aprendido de él (véase el contexto en los versículos anteriores). Pero hay algunos que en el pasado han utilizado esta palabra, mal traducida al inglés como “study”, en su uso moderno, con el fin de transmitir la noción de algo que ni siquiera existía en el tiempo de Pablo.

Dicho todo eso, es necesario entender que, no obstante, debemos utilizar todo tipo de herramientas que están disponibles para nosotros con el fin estar “afilados” y de ser “fortalecidos” en el conocimiento y la comprensión de la Palabra de Dios. Sin duda, es bueno que estudiemos, pero, cómo se estudia y lo que se estudia es lo más importante. Eso es exactamente lo que Pablo estaba diciendo a Timoteo que hiciera; que como pastor enseñara fielmente a los demás lo que había recibido a través de él.

Sin embargo, hay un concepto falso que se puede aplicar a la palabra “estudiar”, si uno no tiene cuidado, y ese es el peligro que conlleva el mal uso y la enseñanza falsa, aplicados a un pasaje de las Escrituras como éste. Cualquier ministro que en el pasado utilizó ese versículo de tal manera, estaba equivocado. Eso no sólo es un error, sino que también tergiversa aquello que Pablo en realidad estaba diciendo a Timoteo, y puede inculcar una “noción” muy peligrosa en la mente de las personas. Eso es algo que Satanás sembró antes en la mente de Eva, y que a su vez fue inculcado en la mente de Adán. Ese es el concepto de que cualquier persona puede tener la capacidad de discernir por sí misma lo que está bien o mal – lo que es verdadero o falso. Ningún estudio en el mundo, hecho por quien sea, puede determinar lo que es verdadero y lo que es falso. Mismo que sólo se estudie la Biblia, lo que millones de personas tienen hecho, el criterio personal de cómo cada persona “cree” en realidad, (la forma que “YO” veo las cosas), va a contaminar lo que es verdad.

Estudiar a partir de nuestro propio intelecto, apoyándonos en nuestra propia capacidad de discernir y conocer la verdad de Dios, no es sólo imprudente, pero en realidad es algo estúpido, peligroso y simplemente equivocado. También es muy desaconsejable fiarse de fuentes externas como siendo algo verdadero y fidedigno. Por eso he exhortado a todos a ser diligentes en estar en unidad con las 57 Verdades y utilizar la extensa provisión de la gran riqueza de conocimientos y comprensión de la Palabra de Dios, que está disponible en el sitio web de la Iglesia. Estas cosas, además de la lectura de las Escrituras y la busca de la ayuda de Dios, mediante la oración, para poder entender lo que nos es dado, son herramientas poderosas que Dios nos ha dado para que podamos crecer y nos fortalecer espiritualmente.

La palabra probar
Acabamos de hablar de la aplicación incorrecta de la palabra griega que significa “ser diligente” y/o “esforzarse”, que ha sido traducida como “study” en algunas traducciones al inglés (lo que no es el caso en español). Se trata simplemente de un error y es una interpretación totalmente equivocada de lo que escribió Pablo. Eso es algo similar y está estrechamente relacionado con la mala interpretación que muchos han dado a la palabra “prueba” en las Escrituras. Los que hablan de “volver y probar los fundamentos” están dando un uso equivocado a la definición de esta palabra.

La palabra en español para “probar” tiene dos definiciones básicas y las dos se pueden aplicar al significado de la palabra griega original. Un aspecto importante, sin embargo, está en cómo se aplica la palabra en el contexto de la escritura griega, dado que el “cómo” se utiliza es muy específico. Algunos sin querer, o a propósito, aplican mal el uso de la palabra para apoyar (o argumentar) su verdadera intención o interpretación deseada, para justificar así sus acciones. Esto es una paradoja cuando se entiende el uso adecuado de lo que significa “probar” a uno mismo.

La definición básica de esta palabra es “establecer la validez o establecer la autenticidad” de algo, y la segunda es la de “poner a prueba o argüir” algo o alguien. La segunda definición está más conforme con la palabra griega original, pero ambas se pueden aplicar, si usted entiende cómo se utiliza esta palabra en el griego.

La forma en que esta palabra se usa es muy clara en su contexto en las Escrituras, pero basta con sólo una pequeña distorsión de su uso para que se convierta en algo muy insidioso y peligroso espiritualmente. La razón por la que esto es tan perjudicial y peligroso es que insinúa un concepto completamente falso y una enseñanza y doctrina totalmente contradictorias a la manera que Dios llama, enseña y guía a Su pueblo. Volveremos a este punto más adelante.

La palabra griega que se traduce como “probar”, es una palabra que significa “examinar, someter algo a un control y argüir”. Sin embargo, esta palabra es usada en el contexto de los procesos de formar un juicio o tomar una decisión, sobre si algo o alguien está “aprobado o desaprobado”, en su manera de actuar o cumplir (hacer) una tarea. La mejor manera de comprender el uso de esta palabra es ver como ella se utiliza en el contexto de las Escrituras.

El ejemplo básico, más simple y más claro, está en lo que Cristo dijo en una parábola acerca de un hombre que organizó una gran cena y invitó a muchos a la misma. Esta parábola sigue contando como cada invitado ha tenido una excusa para no asistir a la cena. Uno de esos invitados es un hombre que acababa de comprar algunos bueyes: “Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas, así que ruego que me disculpes.” (Lucas 14:19).v

En este ejemplo no se está diciendo que el hombre iba a establecer la validez o la autenticidad de los bueyes, sino que iba a probarlos para ver su desempeño y su aguante – para ver como trabajaban. Probando los bueyes el hombre podría evaluar su rendimiento – cómo funcionaban. La aprobación o desaprobación de los bueyes dependía de lo que pudiesen o no hacer.

A primera vista esta diferencia cuanto al significado de esta palabra “probar” puede no parecer tan importante, pero en realidad es sumamente importante en la forma en que se aplica. Esto quedará más claro a medida que continuemos con este tema y veamos cómo esto está siendo erróneamente aplicado por aquellos que hablan de “volver a los fundamentos y probarlos”.

Este hombre, que había comprado las cinco yuntas de bueyes, simplemente quería salir al campo a ver (verificar) el tipo de trabajo que los bueyes podían hacer. Quería ponerlos a la “prueba” y “someterlos a una evaluación” con el fin de determinar si trabajaban de manera tal que pudiesen ser aprobados por él, como su dueño.

El significado de la palabra “probar” es fundamental, pero lo importante en todo eso escómo se prueba algo o alguien. No se puede probar (demostrar, verificar, o establecer la validez de) algo o alguien por lo que uno “piensa” en su propia mente, o por su propia opinión, con sólo mirar, observar, juzgar o decidir, desde su propio punto de vista o percepción. La decisión de aprobar (o rechazar) se apoya en el trabajo, el rendimiento y/o en lo que alguien o algo hace. Ese es el “cómo” se aprueba algo o alguien a través de la evaluación (probando).

Hay una escritura, que frecuentemente es mencionada en la preparación para el Pésaj, donde se usa esta misma palabra, pero de una manera que también esclarece su uso apropiado en el contexto: “Examínense (del griego: tener en cuenta) a ustedes mismos y vean si permanecen en la fe; pónganse a prueba (demostrar, probar, establecer la validez de algo) a ustedes mismos. ¿O acaso ustedes mismos no se conocen? ¿Acaso no saben que Jesucristo está en ustedes? ¡A menos que (del griego: o bien, si no) no hayan pasado la prueba!” (2 Corintios 13:5)

La advertencia aquí es que tengamos en cuenta nuestra propia vida y la manera en que vivimos. Se trata de ponernos a prueba (como en un examen) para ver (determinar) cómo estamos andando (viviendo, aplicando) en el camino de vida de Dios. En este tipo de examen de nuestra propia vida, gran parte de la prueba del “cómo” estamos viviendo el camino de Dios, será determinada por cómo nos portamos con los demás y si nuestras actitudes revelan o no la obra del espíritu de Dios en nosotros.

El uso indebido y engañoso de la palabra “probar”
He mencionado anteriormente que el uso indebido y la aplicación errónea de la palabra “probar”, como algunos lo hacen cuando se habla de “volver a los fundamentos y probarlos”, es insidioso y espiritualmente peligroso. Una vez más, la razón por la cual eso es tan peligroso es que insinúa una enseñanza totalmente falsa o una doctrina en las Escrituras que no es, en absoluto, bíblica. En realidad, esto es algo totalmente contradictorio a cómo Dios realmente trabaja en la vida de Su pueblo.

El falso concepto de “volver a los fundamentos y probarlos” puede sonar como algo noble, correcto y justo, pero esto está lejos de ser algo así. Esta idea de volver y probar los fundamentos se deriva de la interpretación errónea de un pasaje en 1 Tesalonicenses 5:21, que dice: “Pónganlo todo a prueba, pero quédense nada más con lo bueno.”

De veras, debemos “poner todo a prueba”, pero sólo en la forma en que Pablo nos está amonestando a hacerlo y no en la forma que lo hacen algunos que malinterpretan esto. ¿Está Pablo diciendo al pueblo en la Iglesia de Dios que ellos tienen la tarea de demostrar a través del estudio, del intelecto, o conocimiento personal si ciertas enseñanzas bíblicas o doctrinas son correctas o incorrectas – verdaderas o falsas? ¿Será que los miembros del Cuerpo de Cristo tienen sobre sus hombros la responsabilidad de verificar la validez o la verdad de la enseñanza en la Iglesia de Dios?

Estas son realmente buenas preguntas que uno debe hacerse, para ayudarle a llegar a una mejor comprensión de cómo Dios revela la verdad a Su pueblo. En el Cuerpo de Cristo la verdad no es revelada a los miembros individuales a través del estudio personal, conocimiento, y/o del intelecto, no importando lo mucho que uno trate de probar si algo es verdadero o falso a través de su propia capacidad. Tal idea, concepto, o enseñanza es totalmente contraria a la verdad de Dios, a la obra de Su ministerio y a la estructura que Dios ha creado dentro de Su Iglesia – Su gobierno.

Lo que Pablo estaba diciendo era que debemos probar – establecer la validez de las verdades y los caminos de Dios – aplicando estas verdades y caminos en nuestra vida y aprobando todo eso como la única y verdadera forma de vida para se vivir. Cuando Pablo dice que debemos “poner todo a prueba”, está hablando solamente de “todo” lo que nos es dado por Dios. No está hablando de probar de todas las cosas que son posibles en la vida humana.

Cómo Dios obra
El giro que algunos han dado al significado de la palabra “prueba” es realmente astuto, engañoso, insidioso y totalmente falso. Es algo espiritualmente muy peligroso, por lo que este concepto realmente enseña. Se enseña que las personas poseen la capacidad para discernir, evaluar, examinar y decidir por sí mismas qué es verdadero y qué es falso. Si eso fuera cierto, no necesitaríamos del espíritu de Dios para nos guiar a toda verdad. Nadie tiene la capacidad, excepto Dios, para discernir o conocer tales cosas. Esto es algo que debe ser revelado espiritualmente a nosotros por Dios. Así es como Dios obra en nosotros para darnos Sus verdades. La idea de que las personas puedan tener la capacidad de discernir por si mismas o saber lo que es la verdad, sin que Dios se la revele, es la misma mentira que Satanás impuso a los dos primeros seres humanos. Satanás trata de introducir disimuladamente ese falso concepto en las vidas de todos aquellos a quienes Dios llama y con quienes Él trabaja. Fue así que él logró que una tercera parte del reino angélico le siguiera.

Sólo se puede probar los caminos de Dios – Sus verdades – obedeciéndolos y viviéndolos. Usted no los puede demostrar a los demás como siendo la manera correcta (verdadera) de vida para se vivir, ya que eso es el resultado de una convicción personal (aprobación), que viene de obedecer y vivir, experimentar personalmente los resultados. Este proceso es el uso adecuado de la palabra “probar” al que se refirió Pablo cuando dijo que debemos “poner todo a prueba.” Él siguió diciendo que debemos “quedarnos nada más con lo bueno”. Pablo estaba diciendo simplemente que lo que Dios nos ha dado para vivir es bueno y debemos aferrarnos a eso, una vez que lo hayamos experimentado (probado, vivido).

Es simplemente un engaño creer que uno puede llegar al conocimiento de la verdad – de lo que es correcto o incorrecto – mediante el razonamiento humano, el intelecto, el estudio, o por cualquier otro medio humano. Uno tampoco puede “volver atrás” y volver a probar la verdad a través de su propio intelecto, razonamiento o estudio. De todos modos, uno no puede volver a probar lo que nunca ha probado como siendo la verdad. Eso es algo que viene directamente de Dios y sólo se recibe por la fe.

¿Ha llegado usted al conocimiento de la verdad sobre la verdadera Iglesia de Dios por su razonamiento, intelecto y/o estudio? ¡No! Ha sido Dios quien le llamó a esto. Él ha tenido que atraerle y revelar esto a usted. ¿Ha llegado usted al conocimiento sobre los Sabbats de Dios por sus propios medios, especialmente en lo que se refiere a los días sagrados anuales? ¿O ha sido Dios quien ha tenido que revelarle esto? Claro que Dios ha inspirado los sermones que han sido grabados (que contienen Su verdad) y las publicaciones que están disponibles para que usted los pueda escuchar y/o leer con el fin de aprender sobre estas cosas, pero Dios ha tenido que revelar a usted (comunicar) que esto es verdad, a través del poder de Su Espíritu . Él tiene que nos revelar el conocimiento de Su verdad, y luego nos toca a nosotros aceptar esta verdad, cuando nos es dada la capacidad de entender esto (creer y actuar en consecuencia – la fe).

Cuán rápidamente algunos dejan (abandonan o ignoran) la simple enseñanza, que Dios ha revelado desde el principio, acerca de cómo es Él quien llama y revela la verdad a nosotros.

“Porque ¿quién de entre los hombres puede saber las cosas del hombre (de la humanidad, del mundo físico), sino el espíritu del hombre que está en él (sino a través de la razón humana y del intelecto humano que Dios ha dado al hombre)? Así mismo, nadie conoce las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo (con el fin de ver y conocer las cosas de Dios), sino el Espíritu que proviene de Dios, para que entendamos (llegar a conocer y ver) lo que Dios nos ha dado, de lo cual también hablamos (somos capaces de contar, comunicar, predicar sobre ello), pero no con palabras aprendidas de la sabiduría humana, (del intelecto o la razón humana), sino con las que enseña el Espíritu, que explican las cosas espirituales con términos espirituales.” (1 Corintios 2:11-13).

Es así que Dios revela toda la verdad a nosotros. Esto empieza a ser revelado a nosotros desde el comienzo de nuestro llamado, y luego el Espíritu de Dios sigue nos revelando cada vez más, para que podamos seguir construyendo sobre lo que nos ha sido ha dado antes. Entonces, ¿cómo Dios revela Su verdad y los verdaderos caminos de vida a las personas? ¿Lo hace a través de la revelación personal, que viene directamente de Dios a una persona? No. A menos que uno sea profeta o apóstol. Esa es simplemente la forma en que Dios ha estructurado Su Iglesia, y cómo ésta debe funcionar. Es así que Dios trabaja.

Cuando alguien empieza a creer la mentira de que uno puede razonar y estudiar a fin de conocer la verdad de Dios, entonces esta persona comienza a perder rápidamente lo que Dios libremente le ha dado, ya que Dios es el que no sólo da Su verdad a nosotros, sino que es también Dios quien la sostiene en nosotros, a través de Su Espíritu que habita en nosotros. En el fondo todo es una cuestión de saber donde está la verdadera Iglesia de Dios, y sólo Dios puede revelar ese cuerpo espiritual único a alguien. Esa Iglesia es el único medio que Dios ha dado, que permite el crecimiento espiritual a través de sermones, de las verdades grabadas en audio o material escrito, que Dios y Cristo inspiran, para ser dados a Su pueblo, por medio de Su ministerio. Sin esa fuente directa, por medio de la cual Dios obra a través de Su Iglesia y de Su ministerio, uno empezará a morirse de hambre espiritualmente, por falta del alimento espiritual, que es suministrado solamente de esta manera.

De veras, ¡cuán rápidamente uno puede perder lo que Dios le ha dado gratuitamente, al elegir creer cualquier mentira y separarse de la Iglesia de Dios! Las personas pueden ir (y han ido) rápidamente de vuelta a la creencia de que la roca (Petra, Selah), se trata de un lugar físico de seguridad (protección) en Jordania, en vez de creer que Dios es nuestra Roca de protección. Las personas que han vuelto a creer que hay dos dioses, que siempre existieron eternamente, en realidad vuelven a abrazar una gran parte de la doctrina católica de la Trinidad. Y por ahí siguen. Esto es algo muy placentero para Satanás. Él y el mundo de los demonios dejan de atacar a estas personas y a cambio hacen su vida más cómoda en este mundo físico al que han regresado. Estas personas ya no están comprometidas en una batalla espiritual, esforzándose para retener lo que Dios les había dado.

Es por estas razones que debemos estudiar las verdades que Dios nos ha dado, para que podamos seguir estando espabilados y fortalecidos en la Palabra de Dios. Esto simplemente forma parte de nuestra actitud de aferrarnos a lo que Dios ya nos ha dado, y no dejar que eso se nos escape, pero tenerlo siempre en mente, para que así podamos más fácilmente seguir construyendo sobre este fundamento, a medida que Dios nos sigue dando, gratuitamente, cada vez más. Debemos tratar de recordar y retener lo que nos es dado. Eso en realidad significa que debemos “volver” y buscar recordar y nos fortalecer en lo que Dios nos ha dado. Ese es el contexto correcto que debemos utilizar si alguna vez hablamos de “volver”, pero nunca en el contexto de probar algo por nosotros mismos, fuera de lo que Dios nos ha dado – ¡las 57 Verdades!