Ronald Weinland

EL ENFOQUE DESPUÉS DE LA FIESTA

Hemos sido bendecidos en poder observar otra Fiesta de los Tabernáculos en unidad y paz, en este tiempo del fin. Habíamos creído que las dos fiestas anteriores serían las últimas que celebraríamos antes del regreso de Cristo. Estoy seguro de que esta es la esperanza y el deseo de cada uno de ustedes: que la Fiesta de este año sea la última que celebremos en esta era.

En el último par de años Dios nos ha bendecido con un conocimiento mucho mayor de la inmensa profundidad de la real esclavitud en la que este mundo está cautivo. Debido a esta comprensión más profunda, podemos “ver” esta crueldad, a la que la humanidad está expuesta, de manera más explicita; y así, el sufrimiento que vemos en este mundo nos duele mucho más. En los últimos años la intensidad de este sufrimiento ha aumentado mucho, dado que el mundo de los espíritus malignos está cada vez más revuelto, porque sabe que le queda poco tiempo.

La verdad es que anhelamos intensamente por el cumplimento de aquello que la Fiesta de los Tabernáculos representa: la venida de Cristo y el fin del sufrimiento de este mundo, que está bajo la influencia y el dominio de Satanás. Si no tuviéramos un deseo tan profundo y un tan gran anhelo de que esta era llegue a su fin, entonces algo andaría muy mal con nuestra vida espiritual.

Dios de veras nos ha bendecido poderosamente, encendiendo en nosotros este deseo, esta expectativa, y este “querer”; ya que es muy bueno que “deseemos tanto” la venida de Su Reino. Vemos a un mundo que está al borde del colapso, pero que al parecer permanece de pie, eludiendo tal colapso. ¡Esto es cierto! Esto podrá seguir así hasta el momento en que Dios diga: ¡Basta ya! Dios tiene el control del perfecto momento para llevar a cabo todos los acontecimientos finales, que van a tener lugar antes de que Su Hijo regrese, en un Día de Pentecostés.

El Dios Todopoderoso nos ha dado un enfoque “de Pentecostés a Pentecostés”. Todavía no sabemos lo que está reservado para nosotros o para el mundo, en lo que queda de este año. Pero seguimos avanzando, buscando la unidad con Dios y con Su Iglesia. En algún “momento” en el tiempo, el mundo que nos rodea va a cambiar rápidamente; y Dios nos ha preparado para ese momento. Ahora estamos preparados para lo que pueda venir, cuando estos cambios comiencen a llevarnos rápidamente al fin de esta era.

Ver a Dios
Puede ser que después de una Fiesta de los Tabernáculos, al regresar a nuestros hogares, trabajos y a la rutina normal de la vida, uno empiece a caer en un fuerte letargo. Durante la Fiesta la mayoría de las personas han tenido la oportunidad de alejarse del mundo y “probar” un pequeño anticipo del Milenio, en unidad y conformidad de espíritu, en un ambiente único de fiesta y comunión espiritual, durante ocho días. Después de experimentar eso, y luego ser arrojado nuevamente en este mundo malo, puede (y eso pasa a menudo) que un fuerte letargo se adueñe de uno. Esté determinado, delante de Dios, a luchar contra este letargo, que de otro modo podría destruirle espiritualmente. Y también pida a Dios Su ayuda, para que usted pueda fortalecerse y ser valiente, para poder seguir adelante y “concluir”, sea cual sea la tarea que aún tenemos por delante.

La forma en que Dios ha estado santificando Su Iglesia en el último año y medio debería darnos a todos qué pensar. Aunque este sea un proceso difícil por el que pasar y experimentar a lo largo del camino, eso hace con que el Cuerpo se fortalezca más. Esta poderosa santificación y limpieza, que viene de Dios, debe despertarnos espiritualmente, para que ansiemos por lo que tenemos por delante. Realmente necesitamos “ver a Dios” más plenamente en todo lo que Él está haciendo, porque esto revela mucho sobre la urgencia de “nuestra completa preparación” para lo que ahora se avecina.

En gran parte, ya estamos listos. Este no es un momento para sentir cualquier “letargo”. Este es el momento en el que debemos nos sentir más entusiasmados y emocionados por el cómo, el por qué, y la manera en que Dios nos ha estado guiando hacia donde estamos ahora, en este preciso momento, dentro de Su plan y propósito que están siendo realizados.

En mis 44 años en la Iglesia de Dios, sólo he sido testigo de una otra ocasión en la que hemos experimentado una santificación y una purificación, que pueden ser comparadas a lo que hemos experimentado en el último año y medio. Eso fue cuando Dios renovó las fuerzas del Sr. Herbert W. Armstrong, después de que él pasara por un largo período de debilidad física y enfermedad. Dios reavivó el Sr. Armstrong con mucha fuerza, poder, y un gran propósito de poner a la Iglesia “de vuelta en el camino correcto”, con el fin de terminar la obra de llevar el Evangelio a todo el mundo, en la medida que Dios lo había determinado.

Durante el comienzo de ese período de tiempo, cuando las fuerzas del Sr. Armstrong estaban siendo renovadas, el Estado de California intentó acabar con el ministerio del Sr. Armstrong, tratando de cambiar el curso de la Iglesia de Dios. Mediante este proceso, de Dios restaurando la salud del Sr. Armstrong y ajustando su enfoque para la Iglesia, juntamente con un ataque a la Iglesia de Dios, que tenía como objetivo adueñarse de ella, Dios hizo una obra de santificación y limpieza en la Iglesia. Eso ha resultado en que no solamente algunos miembros, pero también algunos evangelistas y otros ministros de alto rango fuesen sacados de la Iglesia de Dios. Después de que todo eso había pasado, vino la obra más grande que Dios hasta entonces había realizado, a través del Sr. Herbert W. Armstrong y de la Iglesia, con la finalidad de concluir la comisión (la obra) de Mateo 24:14.

Dios nos ha preparado para lo que ahora tenemos por delante, sea cual sea el trabajo que esto implicará; para que podamos terminar nuestra comisión, en la medida que Dios lo ha determinado. No tenemos todas las respuestas en lo que se refiere al tiempo de todas estas cosas. Pero, a Su tiempo, Dios lo revelará a Su Iglesia. Nuestra tarea es ser pacientes, vivir en la fe, aferrándonos a lo que Dios nos ha dado hasta ahora, y tratar de ser perseverantes y estar firmes espiritualmente.