Ronald Weinland

MIDIENDO EL TEMPLO – 4ª PARTE

Para la Iglesia, ahora sólo quedan 16 meses del período profético de 42 meses de la medición del templo. Y como he afirmado en la última entrada, este proceso de medición tiene como enfoque primario y principal el ministerio; y esto incluye a los que deben ser expulsados, y que no van a ser medidos. Hasta ahora, durante este período, 25 ministros han sido expulsados del patio y han sido entregados a los gentiles.

Al igual que con el ministerio, este mismo proceso ha estado teniendo lugar en toda la Iglesia. Sin embargo, en comparación con lo que ha pasado en el ministerio, el porcentaje de miembros de la Iglesia que han sido echados del patio ha sido mucho menor. ¡Este es un momento en el que debemos ser sobrios! Dios ha estado trabajando para alejar principalmente a los que están en el ministerio, a los que no han estado sirviéndole en espíritu y en verdad. Y debido a su ordenación, los que están en el ministerio pueden causar un mayor daño al Cuerpo; y por eso mayor es la responsabilidad y el juicio que vienen sobre ellos.

En el tiempo que queda de este período profético Dios continuará trabajando con toda la Iglesia, y esto todavía incluye el ministerio, para descubrir los que se niegan a adorarle en espíritu y en verdad. Aunque este proceso ha estado teniendo lugar durante los dos primeros años de este período principalmente en el ministerio, Dios ha empezado a revelar más claramente a otros que persistentemente han seguido estando en el patio, o que se han ido quedando tibios en el templo, y que ahora deben ser expulsados y/o castigados por esto. No obstante, hay que mencionar una vez más que el porcentaje de aquellos a quienes esto está pasando dentro de toda la iglesia, en comparación con los que han sido expuestos en el ministerio, es mucho, mucho menor. Y mismo cuando algunos son expuestos, Dios les concede más misericordia y gracia al ser disciplinados, dándoles así la oportunidad de arrepentirse, en lugar de ser expulsados del templo. Y si la disciplina no les lleva rápidamente al arrepentimiento y al cambio, entonces ellos también serán echados del templo, serán expulsados del patio y entregados a los gentiles.

Antes de poder empezar con una última “gran obra”, la obra que será realizada durante los últimos 1.260 días, la Iglesia primero (ahora) debe pasar por una última limpieza, y una última purificación. Este es un proceso de purificación para que cada persona pueda estar preparada y equipada para participar en esta obra. Pero en todo esto también hay una buena noticia, porque una vez que esta medición del templo esté concluida, de ahí en adelante muy pocos se perderán durante el resto del camino hasta la venida de Cristo. ¡Y a lo mejor ya ninguno se perderá!

Siendo Medidos
De echo, estos versículos en Apocalipsis hablan de una última purificación y de la preparación para poder tomar parte en la gran obra que debe ser realizada antes de la venida de Cristo. Llegado a este punto, es importante citar aquí un párrafo de la última entrada.

“La estructura de la Iglesia (el templo) que continuará, está siendo alistada – preparada – para cumplir con su llamado para tomar parte en esta gran obra final. Y para realizar esta obra de una manera más poderosa e intensa, al final de esta era de autogobierno del hombre, la Iglesia tiene que estar totalmente sometida a Dios, en unidad y en propósito. Sólo así Dios puede “habitar” más plenamente en Su Iglesia, para llevar a cabo esta gran obra.”

Todos nosotros debemos ser capaces de ver la importancia y la necesidad de eliminar completamente del Cuerpo de Cristo a todos los que no son parte de ese Cuerpo en espíritu y en verdad. Como Pablo escribió a los Corintios: “Un poco de levadura hace fermentar toda la masa”. Dios está bendiciendo a Su Iglesia al sacar de ella a esas personas, que no están arrepentidas de la levadura y que sin embargo permanecen en el patio – en medio de la Iglesia. Dios también está castigando a aquellos que están en el templo que han bajado la guardia espiritualmente, que se han vuelto tibios, y que están en peligro de ser expulsados del patio. Dios no está dejando ninguna duda, en cuanto a los que son verdaderamente Suyos, al sacar mucha de esa levadura, fortaleciendo así más al Cuerpo.

Pero ¿qué significa “ser medido”? Esto significa “tomar las medidas a algo”, o en este caso, “a alguien”: a las personas que están en el templo. Pero hay que entender que Dios y Cristo son los que hacen esa “medición”, y luego revelan a la Iglesia lo que ella debe saber, para que pueda abordar adecuadamente a lo que sea necesario para ayudar a perfeccionar, corregir, modificar (cambiar o transformar), fortalecer y concluir lo que se está edificando (construyendo).

El ejemplo del proceso de la construcción de un edificio es de gran ayuda para comprender mejor la construcción del templo espiritual que está teniendo lugar. En la construcción del templo, hay que usar de gran precisión en la preparación de cada pieza, trabajando con ellas y midiéndolas durante todo el proceso de construcción, para que se encajen perfectamente en su lugar, cumpliendo así con su propósito. Un ejemplo así es bueno y podemos entenderlo. Pero en el mundo de la tecnología, otro buen ejemplo de “este proceso” podría ser el funcionamiento y la utilidad de una máquina. Esto es especialmente cierto, en esta era moderna de la agricultura, en el ejemplo de un tractor o de una cosechadora en la cosecha. Esto también puede ayudarnos a tener una idea más clara de este proceso del que estamos hablando.

Tales máquinas tienen muchas piezas que funcionan a precisión y que deben encajar perfectamente en su lugar y trabajar juntas y en armonía, de acuerdo con las ordenes del operador de la máquina, con el fin de lograr el propósito de su uso. Un edificio que se construye es algo estático. Sin embargo, una máquina tiene piezas que trabajan activamente y que deben funcionar en armonía para realizar su labor. Estas simples analogías pueden ayudarnos a tener una mejor perspectiva del proceso mucho más complejo y maravilloso de cómo Dios trabaja con nosotros, en nuestras vidas, “viviendo en” nosotros, y a través de nosotros, para realizar una importante fase de Su plan, que Él está realizando para poder ofrecer una gran salvación a este mundo en la venida de Su Hijo.

Este es el propósito de la medición el templo. Dios nos está preparando para una tarea muy específica (un trabajo) que tenemos delante de nosotros – que Él va a realizar a través de nosotros. Tenemos que ser medidos, y entonces equipados para este trabajo, para que podamos funcionar en unidad y armonía, trabajando juntos para lograr el gran propósito de Dios. La disposición de estas piezas para ser medidas, y entonces equipadas, depende en gran medida del deseo de cada persona de estar al servicio de Dios, y también de su buena voluntad de someterse al moldeo, diseño y propósito de Dios.

Es por eso que los que no se están sometiendo a Dios “en” el templo, pero se quedan fuera “en el patio”, no pueden ser parte de esta construcción, de esta obra que tenemos por delante. Tales personas no pueden trabajar juntas, en armonía y en unidad, y no siguen la orientación que viene de Dios y de Cristo a través de la Iglesia.

El propósito de Dios
La Iglesia conoce muy bien los versículos de las Escrituras que hablan de este proceso, pero aún lo los había mirado del punto de vista del proceso y del propósito de la medición del templo. Estos versículos arrojan mucha luz a lo que Dios está perfeccionando a través de la medición que Él y Su Hijo están haciendo. Sería bueno examinar a algunos de estos versículos.

“De quién (de Cristo) todo el cuerpo, bien concertado y bien unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.” (Efesios 4:16).

La expresión “bien unido” es una palabra griega que es formada por otras palabras griegas. Sin entrar en muchos detalles, aunque sea fascinante lo que esto expresa, la idea central del significado de esto puede resumirse como “una forma de andar como un todo”, como resultado de la “habilidad del cuerpo para articular” algo que debe ser “expresado o comunicado”. De hecho, Dios desea que caminemos juntos como un solo cuerpo, en plenitud, teniendo la capacidad de vivir claramente, de reflejar, e incluso de hablar al unísono sobre lo que Dios nos está preparando para llevar a cabo en Su última gran obra, que debe estar concluida antes de la venida de Cristo.

Otra palabra interesante en este versículo es la palabra “concertado”. Esta palabra también es derivada de la palabra griega para integración, con especial énfasis en el proceso de “encajar o acoplar” algo en su lugar para crear (hacer, producir) “unidad”.

Otro versículo que aúna algunos de estos mismos significados se encuentra en 1 Corintios.

“Os ruego pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesús Cristo, (Pablo afirma que él está diciendo esto en la autoridad de Cristo), que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros disensiones, antes seáis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer.” (1 Corintios 1:10).

De hecho, el propósito de Dios con la medición del templo es que Su Iglesia funcione en más firme unidad y propósito, para que podamos apoyar y defender las verdades que Él nos ha dado, sobre todo cuando se cumplan los eventos que deben tener lugar antes que Su Hijo sea establecido como Rey. Nosotros debemos vivir, reflejar y hablar esta palabra (Logos) de Dios en armonía con el propósito de Dios y con la obra que Él va a realizar a través de Sus dos testigos. Esto también tiene mucho que ver con las cosas que están escritas en el libro 2008 – El Testigo Final de Dios, que revelan el propósito de Dios y el juicio de Dios en el tiempo del fin, y que conducen a Su Hijo y al establecimiento de Su gobierno, cuando toda la oposición de los gobiernos y de las religiones del mundo sea derribada, reducida a nada.

Hay también un versículo que avisa sobre aquellos que dejan de defender a Cristo, que se inflan de autosuficiencia y orgullo, de “su comprensión” de lo que ellos “ven” como la verdad. Este versículo se centra en el proceso al que todos debemos someternos, con respecto a lo que Dios y Cristo están realizando dentro de la Iglesia.

“Y no se mantienen firmemente unidos (defendiendo, apoyando, siendo leal a, permaneciendo en) a la Cabeza (a Jesús Cristo, a lo que Él ha dado a la Iglesia), de la cual todo el cuerpo, alimentado (espiritualmente por Dios) y ‘sostenido’ (la misma palabra griega traducida en Efesios 4:16 como ‘concertado’) mediante las ligaduras y coyunturas (las articulaciones que ayudan el cuerpo a controlarse y a moverse), va creciendo (aumenta, progresa) con el crecimiento que da Dios.” (Colosenses 2:19).

Y el resultado es que Dios está en control de cómo Él mide, moldea, forma, ajusta y construye Su templo. Este proceso es el resultado de lo que vamos a experimentar, de una manera magnificada, durante este período de 42 meses.

Sometiéndose al Proceso
Ya he mencionado de paso que en esto de la medición y del ajuste que Dios está haciendo, nosotros siempre podemos elegir si vamos o no seguir sometiéndonos al proceso. Todo se resume al valor que damos al producto final, a lo que esto producirá en nuestras vidas, si seguimos dejando que Dios nos moldee y nos forme.

Algunos pocos dejan que orgullo se interponga en el camino cuando comienzan a sentir que no reciben un trato justo, que la corrección que reciben no se justifica, que hay favoritismo hacia los demás, que ellos se merecen algo mejor que lo que tienen, etc. Mientras escribía esto, yo no podía dejar de pensar que cada uno de estos pensamientos egoístas es exactamente lo que Satanás siempre ha creído sobre Dios. Este es el mismo espíritu. ¿Es de se extrañar que tengamos que pasar por tantas dificultades, pruebas y limpiezas para que podamos deshacernos de un espíritu tan malo, tanto cuanto nos sea posible, mientras estamos en este cuerpo humano?

Cuando nos sometemos a Dios, en lugar de tratar de resolver las cosas a nuestra manera, tenemos que tener la confianza y la fe de que Dios realmente sabe cual es la mejor manera para cambiar y transformar nuestra vida, con el fin de crear lo que es mejor y más gratificante para nosotros. No podemos ser como la arcilla que trata de decirle al alfarero que haga de ella otra cosa o que la haga de una manera “mejor”. ¿Usted realmente cree que Dios sabe lo que es mejor para nosotros y que Él sabe exactamente lo que se necesita para transformarnos y crear a ELOHIM en nosotros?

Nosotros debemos someternos a la orientación que Dios nos da, al gobierno, a la corrección, a la instrucción que nos son dados a través de los sermones, de las entradas, etc. Esto significa que ahora más que nunca debemos centrarnos en examinarnos a nosotros mismos ante Dios, buscando conocer los verdaderos motivos e intenciones de nuestro corazón, para que podamos arrepentirnos más rápidamente de nuestras faltas y aceptar más fácilmente el juicio de Dios por nuestros motivos y acciones.

Nosotros ahora deberíamos tener una mejor comprensión del “porqué” y del “qué” significa vivir en este período profético, que tiene como gran enfoque la medición del templo.

La próxima entrada es para mí, personalmente, otra emocionante entrada que (posiblemente) podré escribir, debido a que será algo directo, sincero, de naturaleza correctiva, y altamente reveladora. Algo que deberá ser usado como un poderoso espejo. Y también debido al mayor y más profundo cambio, a la purificación final y a la transformación que esto puede producir. Sin embargo, si esto será escrito o no, y la profundidad y magnitud del impacto que esto pueda tener sobre nosotros, depende de cada uno de ustedes en la Iglesia. Dios me está mostrando claramente que si esto será escrito o no, y también su contenido y la profundidad de la fuerza y de la revelación que esto pueda contener, depende totalmente de las peticiones de cada persona (de las oraciones), revelando su deseo de recibir lo que Dios puede dar a nosotros. Me despido exhortándoles y animándoles a orar por esa próxima entrada con entusiasmo, fervor, y mucho anhelo.