Ronald Weinland

Una Mayor Dedicación – 5ª Parte

La cosa más importante que Dios dijo a los dos primeros seres humanos que Él ha creado fue que ellos deberían “cultivar y guardar” a sí mismos. Pero ellos no tenían oídos para oír esto. La humanidad, comenzando con Adán y Eva, era el objetivo principal de toda la creación de Dios, aunque la creación de Adán y Eva (al igual que la de cualquier individuo) todavía no estaba concluida cuando ellos fueron creados como seres físicos. Su creación debería continuar más allá de la creación física instantánea que les había dado la vida física. Una creación “en ellos” iba a continuar durante toda su vida.

Desde el principio Dios ha dicho a Adán y Eva que Él había dado directamente a cada uno de ellos la gran responsabilidad personal de “cultivar y guardar” a todo lo que había sido colocado en su entorno y bajo su control. Y la parte más importante de todo esto era que ellos debían “cultivar y guardar” a sí mismos. Si ellos hubiesen hecho así, todo lo demás en la vida estaría en su debido sitio, porque entonces ellos estarían esforzándose para hacer todo de acuerdo con los caminos de Dios, en completa unidad y armonía con Él.

Aunque ellos hayan sido creados en un estado neutral, no tardó mucho tiempo para que sus propias motivaciones comenzasen a aparecer. Como resultado de haber sido creados como seres físicos, ellos, por naturaleza, fueron atraídos por el egoísmo. Esta es la verdadera “naturaleza” de la mente humana, que fue creada físicamente, en un cuerpo físico, y que vive en un entorno físico. Una manera para empezar a ver esto más claramente es entender cómo un bebé desarrolla a la más temprana edad rasgos de egoísmo. Si él tiene hambre, él se lo hará saber. Si se siente incómodo o insatisfecho, él se lo hará saber. Esa naturaleza egoísta se desarrolla cada vez más, a medida que uno madura físicamente. Esto es el desarrollo natural, desde el nacimiento, de un ser que ha sido creado de tal manera. Sin embargo, todo esto ha sido creado según el designio de Dios.

El estado natural en el que la humanidad ha sido creada dicta que los seres humanos se resistirían a los caminos de Dios y que ellos en su lugar abrazarían a sus propios caminos, debido a su naturaleza egoísta. Sin embargo, hay que entender que esta respuesta a Dios (esta resistencia natural a Dios) siempre sería el resultado de la “libre elección”, del libre albedrío de una persona.

Así que, desde el principio Adán y Eva empezaron a basar sus elecciones y decisiones en la vida en sus propios deseos egoístas, en lugar de hacer elecciones y tomar decisiones basadas en su confianza en Dios, de acuerdo con los caminos de Dios. Y sus decisiones y elecciones tampoco eran basadas en cualquier deseo de glorificar y honrar a Dios, de poner a Dios como lo primero en sus vidas.

Una creación Continua
Todo lo que fue creado en el reino animal fue creado como que con automación, programado, sin el libre albedrío que les da la capacidad de pensar y razonar. En su lugar, esta creación responde automáticamente, de una manera única y especifica, a las condiciones de vida. Esto es algo que Dios ha dado (ha programado en ellos) a cada especie en Su creación.

Los gansos y los patos no razonan y planifican ante la necesidad de migrar al sur en el invierno. Tampoco una ardilla hace planes y razona sobre la necesidad de acopiar nueces para poder sobrevivir en el invierno. Los animales y las aves no siguen patrones precisos de migración porque han descubierto la manera de hacerlo. Ellos hacen esto porque han sido programados para hacerlo por el Gran Dios, que los creó con tal naturaleza, instinto y habilidades. Esta comprensión de la creación de Dios hace con que los evolucionistas y muchos científicos parezcan increíblemente necios, albergando por una parte tan gran estupidez intelectual, y por otra parte poseyendo tan alto nivel de inteligencia.

Y hay que entender que mismo con Su gran poder de crear vida, Dios no puede crear de manera instantánea a un agente moral libre (un ser con libre albedrío) que esté en completa unidad, acuerdo y conformidad con Él. Si un ser fuera creado estando en total acuerdo con Dios y teniendo la misma forma de pensar que Dios, él tendría que ser creados como robots, sin el libre albedrío por la naturaleza. Sin embargo, Dios desea crear a una familia que esté en unidad y armonía con Él. Dios desea que cada ser en Su familia viva el camino de la paz y Su forma de amar como resultado de la propia motivación personal y de la elección voluntaria de cada uno. Para ello los miembros de Su familia no podrían ser creados con el carácter justo y santo que sólo está en el propio Dios. Tal carácter no puede ser creado de forma instantánea; esto es algo que puede ser desarrollado en una persona durante un largo período de tiempo.

El carácter justo y santo sólo puede ser creado mediante el poder de Dios trabajando activamente en el espíritu del hombre – en la mente de uno – para ayudar a transformar la mente de uno, de su motivación natural humana y egoísta a la motivación que se origina del hecho de que uno está de acuerdo con Dios, en unidad con Dios y con todos Sus caminos, Su verdad y Su mente. Todavía queda mucho a ser revelado y aprendido acerca de este proceso, pero Dios nos ha dado ahora una visión más clara de este proceso que en cualquier otro momento de la historia humana.

Este proceso de transformación espiritual, del espíritu que hay en el hombre, que es el proceso “continuo de creación” de Dios para crear a ELOHIM – una familia Divina – sólo es posible cuando una persona es llamada por Dios y es engendrada, recibe Su espíritu santo dentro del espíritu humano que hay en uno. A partir de ese punto, el carácter justo y santo puede entonces empezar a ser desarrollado, mediante la continua toma de “decisiones personales” consistentes, basadas en la aceptación y en el deseo de uno de esforzarse activamente para ejercer su “responsabilidad personal” de vivir el camino de Dios. Cuando tales decisiones son sinceras, honestas, y justas, entonces Dios da a uno la posibilidad de desarrollar el carácter justo y santo, mediante la obra de Su espíritu santo en el espíritu de uno (el espíritu que hay en el hombre), para realizar una transformación en la mente de uno.

Adán y Eva, por ceder a su propia naturaleza egoísta, quitaron de sí mismos la posibilidad de continuar ese proceso de creación de Dios, que podría haber transformado su mente y sus pensamientos humanos en la mente y los pensamientos de Dios. La elección de seguir su propia naturaleza egoísta es simplemente el camino que el ser humano elige, y tal elección se opone a los caminos de Dios y simplemente resulta en pecado. Todos los seres humanos han pecado, a excepción de uno – Jesús Cristo. Y en el tiempo de Dios y conforme a Su propósito, Él determina llamar (invitar) a una persona a una relación con Él, para que esa persona pueda seguir con esa “creación continua” que ha empezado desde el principio, con el fin de crear a ELOHIM, a través de la transformación de la mente de aquellos que son llamados. Esto es una “creación continua”, es el desarrollo de una nueva mente, y no una mente creada instantáneamente.

Dios revela claramente que los caminos del hombre no son Sus caminos, y que en realidad los caminos del hombre están en contra de Sus caminos. Tanto Isaías como Pablo hablan de esto.

“Porque Mis pensamientos [formas de pensar y razonar] no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos Mis caminos, dice el SEÑOR.” (Isaías 55:8). En pocas palabras, estos caminos son opuestos entre sí en su motivo e intención. La mente y los caminos de Dios son abnegados, y miran por el bien de los demás, mientras que la mente del ser humano es direccionada hacia sí mismo (es egoísta), y mira por el bien de uno mismo por encima de los demás.

Y como he dicho antes, esta es la razón por la que Dios deja muy claro que los caminos del hombre deben cambiar. La mente del hombre debe ser sanada del egoísmo. De esto está hablando Dios cuando dice: “He visto a sus [del hombre] caminos [que son egoístas por naturaleza], pero lo sanaré.” (Isaías 57:18).

Pablo es más directo al afirmar: “Por cuanto la intención de la carne [el camino, la mente y el pensamiento del ser humano] es enemistad [es hostil, es opuesta] contra Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, y ni tampoco puede.”(Romanos 8:7). Por naturaleza la mente y los pensamientos del ser humano son opuestos a Dios. La mente humana es en realidad hostil a Dios y por naturaleza opuesta a los caminos de Dios, de tal manera que la mente humana sólo puede ver a los caminos de Dios como una amenaza, un obstáculo y una gran interferencia en su afán de vivir la vida como mejor le parezca.

La Más Grande Responsabilidad De Uno
A lo largo de esta serie de entradas nos hemos estado centrando en varios aspectos de la instrucción de Dios en lo que se refiere al significado de “cultivar y guardar”. Adán y Eva no entendieron lo que esto significaba; ellos no podían ver que el enfoque principal de la aplicación de esto debería haber sido ellos mismos. Y ahora vamos a centrarnos más en lo que significa esto, como una “responsabilidad personal” hacia nosotros mismos, que Dios ha dado a cada uno de nosotros individualmente.

El verdadero cambio en la transformación de la naturaleza humana sólo se puede lograr mediante la libre elección de una persona de someterse (y luego hacerlo verdaderamente) a esa creación continua de Dios. Esto viene a través de la transformación espiritual de la mente. Al tomar la decisión de arrepentirse (del griego = pensar de manera diferente), y de trabajar activamente en la propia conversión y cambio de espíritu, uno entonces ha aceptado la más grande responsabilidad que puede ser dada a un ser humano. Cuando Dios llama (invita) a una persona a comenzar el proceso de transformación espiritual dentro de su mente, entonces Dios, en ese momento, ofrece a esa persona la posibilidad de participar en una “creación continua”, para convertirse en parte de Su Familia espiritual – ELOHIM.

Cuando una persona es llamada, entonces ella debe optar por aceptar la más grande responsabilidad jamás ofrecida a cualquier ser humano. Esto es una cuestión de elegir libremente obedecer, honrar, y esforzarse para glorificar a Dios y a Sus caminos de vida, mientras que uno lucha contra su propia naturaleza humana, que es egoístamente motivada y que se resiste a esto. Este es el comienzo del proceso de aprender a luchar contra la naturaleza humana egoísta. Esto es también el comienzo de un proceso de aprender a juzgar de acuerdo con los caminos de Dios, y luego poner en práctica (aplicar) ese juicio a las acciones de uno (a la forma en que uno vive). Y puesto que entonces uno crece en un mayor conocimiento y sabiduría espiritual, a través de las muchas y diferentes experiencias por las que uno pasa, uno puede empezar a cambiar, de una motivación egoísta a una motivación que responda en acuerdo y en unidad con Dios – con Sus caminos, pensamientos, verdad y mente. Sin embargo, la “elección personal” de uno siempre es, y seguirá siendo, un factor muy importante.

El crecimiento espiritual, que viene con la aceptación progresiva de la gran responsabilidad personal de uno de “cultivar y guardar” a sí mismo, conduce a una mayor aceptación y un mayor deseo de honrar y glorificar a Dios en su vida – en las acciones de uno, en el ejemplo que uno da y en la forma en que uno vive. Esto implica (incluye) un mejor entendimiento y apreciación de lo que significa para nosotros ser parte del Templo de Dios. Esto a su vez engrandece mucho más lo que dicen las Escrituras sobre este asunto y sobre la comunión que Dios nos ofrece.

“¿No sabéis que sois Templo de Dios, y que el espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el Templo de Dios, Dios destruirá a tal, porque el Templo de Dios es santo; y este Templo sois vosotros.” (1 Corintios 3:16-17).

Es imposible para la mente humana comprender lo que está siendo dicho en estos versículos. Tal entendimiento y profunda apreciación de esto es algo en lo que uno va a crecer espiritualmente a lo largo de toda su vida. Incluso teniendo el espíritu de Dios, es difícil para uno imaginar la maravilla que significa ser parte del Templo de Dios, el cual debemos mantener santo, porque Dios habita en él.

“¿Y qué acuerdo puede haber entre el Templo de Dios y los ídolos? [Todo lo que uno eleva por encima de Dios, o que uno pone por delante de Dios]. Porque vosotros sois el Templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré en ellos; y seré el Dios de ellos, y ellos serán Mi pueblo. Por lo tanto, salid de en medio de ellos, y apartaos [alejaos de los caminos del mundo]; y no toquéis lo inmundo; y Yo os recibiré. Y seré un Padre para vosotros, y vosotros seréis Mis hijos y Mis hijas. Lo ha dicho el SEÑOR Todopoderoso.” (2 Corintios 6:16-18).

Nosotros tenemos la responsabilidad de esforzarnos para apartarnos de los caminos y de las prácticas de este mundo. Es nuestra responsabilidad no mezclarnos en este mundo, como si fuéramos parte de sus caminos. Nosotros no debemos conformarnos con este mundo, pero debemos ser transformados y salir de él. Deseamos que Dios habite en nosotros y que camine con (en) nosotros en todo lo que vivimos.

Esto no se aplica solamente a la forma en que vivimos, en el sentido de que no vivimos en pecado como lo hace el mundo a nuestro alrededor, esforzándonos para obedecer a las leyes de Dios. Pero esto también abarca a muchos otros aspectos de nuestra vida. Hay muchas decisiones que podemos tomar en la vida que son pecado; y hay algunos pecados que no son tan evidentes como quebrantar uno de los Diez Mandamientos, que son pecados específicos. Uno puede pecar por simplemente deshonrar a Dios. Y muchas veces estas son cosas que no son tan evidentes como lo que pasa con la aplicación física de los Mandamientos.

Mucho de esto tiene que ver con el deseo y la intención (motivación) de uno al hacer las elecciones que uno hace. Todo se resume en hasta que punto uno desea realmente honrar y glorificar a Dios por la manera en que uno vive.

“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del espíritu santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? [Para hacer lo que mejor nos parezca, como nos parezca, fuera de los caminos de Dios]. Porque comprados sois por precio: glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.” (1 Corintios 6:19-20).

Edificando Dentro De Un Marco
En esta serie de entradas nos hemos centrado en la necesidad de que cada miembro del Cuerpo de Cristo acepte la gran responsabilidad personal de “cultivar y guardar” lo que Dios le ha dado, en su entorno, dentro de su propio control. En este Año de Dedicación nos ha sido dada una visión sobre un gran cambio que puede tener lugar en nuestras vidas – en nuestra mente. Y ahora es el momento de responder a Dios y a Cristo, de una manera más intensa, con una “mayor dedicación”, construyendo activamente dentro de ese marco que nos ha sido revelado en la presente serie de entradas.

A nosotros nos está siendo dada la oportunidad de acercarnos más a Dios Todopoderoso y a Su Hijo Jesús Cristo. Si nos esforzamos, con una mayor dedicación, vamos a experimentar una transformación espiritual mucho más grande en la creación continua de Dios en nosotros. Antes de finalizar esta última parte de la presente serie de entradas, hay un párrafo sobre este proceso de transformación que necesita ser mencionado nuevamente.

“Ahora nos está siendo dada una visión aún más profunda de cómo este proceso puede ser más plenamente entendido, perfeccionado y vivido, a medida que aprendemos más acerca de asumir un mayor control sobre nuestra vida, en lugar de permitir que nuestra vida nos controle. En realidad, cuando una persona permite que una motivación egoísta siga existiendo en cualquier nivel, entonces esa persona no tiene de veras el control sobre su vida. Ella no estará libre de esa esclavitud mientras esa parte específica de su vida, que es vivida de manera egoísta, le esté controlando”.

También debemos repetir, y ya hemos dicho esto de diferentes maneras, que en la instrucción de “cultivar y guardar” lo que Dios ha puesto a nuestro alrededor, bajo nuestro control personal, nuestra atención debe centrarse primero en nosotros mismos, en “cultivar y guardar” a nosotros mismos en el camino de Dios. Y esto obviamente se refiere a lo primero en lo que nos centramos cuando Dios nos llama: la obediencia física y espiritual de los Diez Mandamientos, mientras vivimos en la fe y en la obediencia, esforzándonos para estar en más estrecha unidad con la verdad que es revelada a nosotros. Hemos hablado de esto en esta serie de entradas. Y esto es algo en lo que nos estamos centrando, en lo que estamos creciendo, desde que hemos sido llamados. Pero hay más cosas en esto en las que podemos centrarnos.

Lo que vamos a hablar ahora es de naturaleza espiritual, porque tiene que ver con la manera en que pensamos y con el porqué hacemos las elecciones que hacemos y tomamos las decisiones que tomamos en la vida. Aunque gran parte de esto no es una cuestión de lo que está bien y lo que está mal, como pasa con la aplicación de los Diez Mandamientos, esto todavía sigue siendo algo espiritual, porque muchos de los atributos y características de Dios son espirituales y provienen del espíritu santo.

Y con todo lo que vamos a hablar en el resto de la presente entrada estaremos solamente arañando la superficie de este asunto; pero lo que hablaremos nos dará un marco básico que vamos a poder aplicar a muchas otras áreas de nuestra vida, para que podamos seguir construyendo sobre esto de una manera más refinada.

Juicio Motivado Por El Deseo De Honrar A Dios
Mientras hablamos de algunos ejemplos que cómo “cultivar y guardar” mejor a nosotros mismos, en mayor unidad y conformidad con Dios, hay un factor básico que nos ayudará en todas nuestras decisiones. Este factor tiene que ver con aprender a distinguir la justicia propia del juicio justo. El primero es motivado y se basa simplemente en el propio egoísmo y en la “propia” opinión de una persona. El segundo se basa en decisiones y juicios que son el resultado del esfuerzo de permanecer en la verdad de Dios. Tal razonamiento tiene como foco principal los juicios, el carácter, las cualidades y los caminos de Dios. Este es el tipo de mente que busca honrar y glorificar a Dios por la forma en que uno vive. Uno de estos caminos busca (se esfuerza) por poner al “yo” en primer lugar; y el otro se esfuerza por poner a Dios en primer lugar.

La mejor manera para que uno pueda comenzar a entender estas diferencias más profundamente es aplicar esto a las cosas más pequeñas y sencillas de la vida. Si uno no comprende esto y no sabe cómo aplicarlo en las cuestiones más sencillas de la vida, entonces uno no sabrá cómo aplicarlo cuando se trata de tomar decisiones justas en los asuntos más difíciles y complicados de la vida.

Un ejemplo del que vamos a hablar es algo que parece tener poca importancia en la vida. Hemos mencionado ese ejemplo en una de las entradas anteriores, cuando hemos hablado sobre el gobierno en la Iglesia durante la Era de Filadelfia. Se trata del uso del maquillaje. Para aquellos que no vivieron ese episodio de la historia de la Iglesia, puede parecer incomprensible que una cosa aparentemente tan pequeña se haya convertido en un tema tan importante para los miembros de la Iglesia.

El tema de si una mujer podía o no llevar maquillaje puso de manifiesto actitudes y espíritu que no estaban para nada en unidad y en acuerdo con Dios y con Su Iglesia. Este irrelevante asunto trajo a la superficie problemas espirituales más profundos que debían ser revelados en el entrono de la Iglesia. Esta controversia trajo una división tal, que esto trajo a la luz cuestiones mucho más graves, resultando finalmente en la exclusión de miles de personas de comunión en la Iglesia. Así que, nunca hay que subestimar la importancia de las cosas que uno podría considerar como insignificantes en la vida para su vida espiritual y para su bienestar en general. Este ejemplo muestra claramente cómo las pequeñas cosas pueden reflejar, y de veras reflejan, el verdadero espíritu de uno.

A través de esta experiencia sobre el uso del maquillaje la Iglesia ha llegado a apreciar y comprender mejor que tales decisiones tomadas por la Iglesia resultan en nuestra purificación, algo que produce unidad y conformidad sincera con Dios. Esto también produce comprensión, moderación, equilibrio y firmeza en el pensamiento y en el juicio de uno; algo que sólo Dios puede dar y revelar plenamente a nosotros. Este ejemplo del uso del maquillaje debe enfatizar para nosotros y enseñarnos la importancia de esforzarnos para gobernar nuestras vidas, y que todas las cosas en la vida, incluso las más pequeñas, deben estar bajo nuestro control. De lo contrario esto nos va a controlar. Para tener ese control y poder para gobernar nuestras vidas, en mayor unidad con Dios, Dios tiene que estar continuamente viviendo y habitando en nosotros; porque nosotros, por nosotros mismos, no somos capaces de “pensar” como deberíamos.

Hay que señalar que hay muchas decisiones que tomamos en la vida sobre las que no existe ninguna ley escrita que nos dice específicamente qué hacer, como pasa con la decisión de llevar o no maquillaje. Nosotros tenemos que aprender cómo juzgar y cómo tomar decisiones justas, sensatas y espiritualmente sanas en nuestra vida. Y para eso nosotros tenemos que aprender a juzgar nuestra motivación para tomar este tipo de decisiones.

En lo que se refiere al uso del maquillaje, no hay ninguna ley escrita sobre esto. Por lo tanto, hay muchas cosas que podemos aprender de un ejemplo como este. La más obvia de estas cosas es que esto se convirtió para la Iglesia en una cuestión de si una persona estaba o no en unidad con la Iglesia y con Dios, con el gobierno de Dios, en las decisiones que eran tomadas por la Iglesia, pero también con los temas administrativos.

Aguzando el Juicio de Uno
Con el tema del maquillaje, hay principios que uno puede aprender y que también pueden ser aplicados a otras áreas de la vida. No hay necesidad de estudiar exhaustivamente del tema, uno debe más bien “ir al grano” en lo que se refiere a las cuestiones importantes a las que uno tiene que hacer frente. Y aplicando estas cosas, la persona que se esfuerza por honrar a Dios puede progresar en la manera en que juzga y toma decisiones, en el hecho de que Dios está siendo lo primero en los diferentes aspectos de la vida de uno.

Y es bueno preguntarnos: “¿Por qué todo este alboroto sobre el tema del maquillaje?” Es porque su uso, a través de los siglos, siempre ha sido asociado a la atracción sexual. Sin embargo, su uso y propósito indebidos no significa que el maquillaje no pueda ser llevado por un motivo aceptable y correcto también. Y para la mayoría de las personas en la Era de Filadelfia ha sido muy difícil entender esta diferencia.

Esto nos lleva a un otro ejemplo sobre el cual las personas tienen puntos de vista divergentes: el consumo de bebidas alcohólicas. Algunos grupos religiosos lo prohíben totalmente, alegando que esto está en contra de la voluntad de Dios. Incluso en esta nación (los Estados Unidos) hubo un período conocido como la Ley Seca, donde estaba prohibido fabricar cualquier tipo de bebida alcohólica. En lugar de hablar de todo el revuelo que siempre ha existido sobre ese tema, es mejor mirar como el consumo indebido de bebidas alcohólicas puede deshonrar a Dios y como su consumo adecuado puede honrar a Dios. El simple hecho de que uno trata de no deshonrar a Dios, de ninguna manera, en el uso de cualquier cosa, implica que uno está honrando a Dios.

Hay muchos ejemplos en las Escrituras de que las bebidas alcohólicas no están prohibidas por Dios. Esto ha llevado a la Iglesia a comprender mejor el principio de la moderación en su consumo. La falta de moderación y el consumo irresponsable que lleva a la embriaguez, revelan que uno está deshonrando a Dios y que no tiene a Dios en consideración cuando juzga tales acciones.

Si uno decide tomar un vaso de vino, un coctel o una cerveza, esto es simplemente una cuestión de libre elección de uno. Esto es igual con lo que uno elige comer (entendiendo que el consumo de alimentos impuros no es una cuestión de libre elección). Es en el “proceso” de tomar la decisión sobre lo que está bien o mal, que se determina si la intención y el motivo de uno es honrar a Dios (si Dios es lo primero en su pensamiento y en sus elecciones). Y claro está que el abuso de bebidas alcohólicas deshonra a Dios. Sin embargo, el alcohol puede ser consumido de manera correcta y equilibrada si uno lo hace de manera responsable. Su abuso ha causado muchísimo dolor y sufrimiento a lo largo del tiempo. Este abuso a menudo conduce a la adicción y a la total falta de control sobre su consumo. El abuso del alcohol y de las drogas está asociado con casi la mitad de todas las muertes por accidentes de tránsito en los Estados Unidos, donde a cada año este tipo de muerte se cuenta por decenas de miles.

Si durante una comida una persona decide tomar una bebida alcohólica, esto generalmente no lleva a la embriaguez. Si uno toma una o dos bebidas, gran parte de los efectos del alcohol se disipan dentro de una o dos horas. Beber o no beber alcohol es la libre elección de uno. Pero no es la libre elección de uno comer algo rápidamente, regado con un par de copas, y luego ponerse detrás del volante de un vehículo motor. En algunos casos mismo después de comer y tomar unas copas uno puede todavía estar lo suficientemente sobrio como para charlar y estar con los demás, pero quizá no esté tan sobrio como para conducir. Uno debe tomar su tiempo y dejar que los efectos del alcohol pasen, antes de ponerse en una posición de asumir la responsabilidad que se requiere para conducir. Si uno abusa de tal libertad, esto puede tener un impacto negativo y consecuencias desastrosas para su propia vida y la de los demás.

Y mismo con todo el historial de abusos que tiene el alcohol, esto no significa que sea algo malo, si uno lo consume con responsabilidad. No hay nada de malo en disfrutar de este tipo de bebidas, si uno así lo desea. Simplemente porque demasiadas personas abusan de su consumo, esto no significa que debe prohibirse. Este abuso del alcohol es sólo un triste ejemplo de lo que pasa en la sociedad de hoy. Esto ahora nos lleva de vuelta al tema del maquillaje. El hecho de que muchas personas hayan hecho mal uso de esto a través del tiempo, como por ejemplo usarlo para aumentar la atracción sexual de uno, no significa que su uso debe ser prohibido.

El maquillaje puede ser utilizado para mejorar los rasgos naturales de uno, pero puede también muy fácilmente ser usado más allá de la moderación, para que una mujer parezca sexualmente más atractiva. Y para que uno pueda tratar con este tema de manera correcta en su vida, uno debe ir a Dios, en espíritu y en verdad, y buscar Su ayuda para discernir correctamente la diferencia. Una forma sensata de medir tal cosa es buscar el medio término en su uso moderado. Al hacerlo, uno entonces debe actuar de forma responsable ante Dios. Uno debe cuidarse de no ir más allá del uso moderado, de no pasarse en esto, como con el consumo de alcohol.

El uso del maquillaje no deshonra a Dios, a menos que uno vaya más allá del equilibrio y de la moderación. En lugar de juzgar a los demás, cada persona tiene que ir a Dios en busca de ese equilibrio. La Iglesia enseña que si uno decide llevar maquillaje con moderación, o si decide no llevarlo, ambas cosas están bien. Hacer una cosa no es más justo o mejor que hacer la otra.

También es aconsejable, cuando tratamos de determinar lo que es moderado y de ser sensatos espiritualmente en lo que honra o deshonra a Dios, que uno ponga más atención a las instrucciones dadas por la Iglesia sobre el tema en cuestión. Si la Iglesia ha dado instrucciones sobre el asunto que sea, entonces uno debe reconocer la importancia de esas instrucciones; sobre todo si uno comprende realmente cómo Dios trabaja en el liderazgo de Su Iglesia y a través del liderazgo de Su Iglesia.

Tenemos que terminar aquí, con esta 5ª parte, la presente serie de entradas. Esto para dar tiempo a que todo lo aquí tratado sea mentalmente (con conocimiento y comprensión) y espiritualmente (con razonamiento y sensatez de pensamiento) digerido y absorbido. He pensado que esta serie de entradas sería mucho más corta, pero Dios nos ha ido dando más y más. Esto para que Su Iglesia esté mejor preparada para los frutos que este Año de Dedicación va a producir en la vida de uno, si uno desea aplicar más plenamente en su vida lo que le está siendo dado.