Ronald Weinland

FAMILIA: SALIENDO DE LA ESCLAVITUD – 2° PARTE

El principio, la historia de lo que sucedió a Adán y Eva, pone en evidencia el error más fundamental en la vida humana: la elección entre dos formas de vida - la obediencia o la desobediencia a Dios. Esto, a su vez, es una cuestión de dos maneras diferentes de “pensar”.

Dos caminos de vida
Este ejemplo en el Jardín del Edén se simplifica mediante la ilustración de esta elección como siendo la elección en tomar de uno de los dos árboles. Y las elecciones tienen su origen en la manera como uno piensa.

Dios sabía lo que Adán y Eva acabarían por hacer, y como siempre Satanás estaba allí, para acelerar el proceso. Dios proveyó todo el alimento físico que Adán y Eva podían elegir para comer. Los dos árboles, en medio del jardín, simbolizan la gran lección de vida que la humanidad debe aprender. Uno de los árboles era llamado el árbol del conocimiento del bien y del mal. Dios les dijo que no tomasen del fruto de ese árbol, porque al hacerlo, se morirían.

Cuando Dios les dijo que iban a morir, Él no se refería a una muerte instantánea, y tampoco se trataba de una eventual muerte física, que es simplemente el resultado del envejecimiento del cuerpo físico, que se desgasta hasta morir. Pero se trataba de las consecuencias del pecado – la muerte, sin nunca más poder vivir nuevamente. Dios habla de lo mismo en Ezequiel 18, cuando dice que el alma (persona viva) que pecar, ésta morirá. Él no está diciendo que si usted peca, simplemente envejecerá y morirá, pero si usted no peca, se mantendrá vivo. El apóstol Pablo explicó que “está establecido que los hombres mueran una vez y después venga el juicio” (Hebreos 9:27). El cuerpo físico de cada persona dejará de existir, pero después de esto hay la resurrección para la vida – algunos a una vida eterna espiritual, y otros a una segunda vida física.

La muerte que vino como consecuencia de se tomar del árbol del conocimiento del bien y del mal, tiene que ver con el pecado, cuya pena es la muerte eterna. Este árbol representa una elección fundamental en la vida. La elección que Adán y Eva hicieron como resultado de “su propia” manera de pensar. Ellos elevaran “su pensamiento” a lo que es aparentemente divino. Es por eso que esta forma de pensar también se conoce en las Escrituras como adulterio (espiritual) y idolatría (espiritual). Eso se debe a que esta forma de pensar “deja una relación de fidelidad” con Dios, para hacer algo (el adulterio) que contamina esa relación y desobedece a las leyes de Dios. Se trata de hacer una elección en la vida que va en contra (desobedece) de la instrucción de Dios en lo que se refiere a la única y verdadera forma de vida – Sucamino reto de vida.

Adán y Eva decidieron tomar (comer) del camino que Dios les había ordenado que no tomasen, porque Él sabía el mal resultado que eso produciría en su vida. Por lo tanto, les advirtió en contra de ello, al igual que cualquier padre haría. Él les estaba revelando que este camino sólo les traería dolor, y les llevaría a una clase de muerte que es mucho peor que la muerte física. El pecado contamina la mente y causa la enfermedad espiritual. Además, deforma el proceso de pensar y contamina el buen juicio. El pecado es la elección de desobedecer a Dios – no hacer caso de las instrucciones de Dios sobre cómo vivir la vida de manera tal, que ésta produzca todo lo que es bueno. Es idolatría (contra Dios), ya que “enaltece” el propio pensamiento, haciendo las cosas de manera diferente a como Dios manda.

Después que Adán y Eva pecaron, al hacer una elección que era buena a sus propios ojos (sus propias decisiones y razonamientos), tomando de lo que Dios dijo que no deberían tomar, mancillaron su propia mente – su razonamiento. Ellos distorsionaron su pensamiento, y su mente se quedó contaminada espiritualmente. Entonces Dios les echó del jardín y les cortó el acceso al árbol de la vida – el acceso a la enseñanza continua de Dios, a Su Espíritu y a la relación personal con Él. Dios les expuso su pecado, les explicando que habían hecho a sí mismos “como Dios”, cuando comenzaron a decidir por sí mismos lo que era bueno y lo que era malo en la vida, en lugar de mirar hacia Dios, el único que puede revelar la verdad de estas cosas.

Toda la humanidad (excepto Jesús Cristo) ha seguido por el mismo camino desde entonces – decidiendo por sí misma lo que está bien y lo que está mal. Cuanto más crece la población del mundo, (más aún ahora, con la tremenda tecnología), mayor es la confusión (la gran Babilonia) que se multiplica en todos los aspectos de la vida. Este gran aumento de la confusión ha producido todos los diferentes tipos de gobiernos déspotas y opresores (Asiria espiritual) del mundo. Y sus pecados y la confusión son ejemplificados por la desunión de las Naciones (des)Unidas-ONU. Este modo de pensar ha producido también gran confusión en todos los aspectos de las ideas y prácticas religiosas en todo el mundo, donde todos creen (razonan, deciden y juzgan) que “su camino” (creencia) es bueno y correcto, y todos los demás – distintos al suyo – no lo son.

Toda esta confusión en la vida es el “fruto” del árbol del conocimiento del bien y del mal. Este modo de pensar produce “maldiciones en la vida”, simplemente porque son decisiones equivocadas, con base en pensamientos equivocados, y que producen frutos malos. Es por eso que Dios dijo a Israel, una y otra vez, para hacer algo que, a primera vista, es una simple elección: para elegir la vida o la muerte – bendiciones o maldiciones. Elegir por el camino de Dios produce bendiciones y conduce a la vida eterna. La elección por “decidir por nosotros mismos” lo que es correcto e incorrecto produce “maldiciones” en la vida y lleva a la muerte eterna. Eso es de veras así de básico y así de simple, pero también es algo que requiere el acceso al Espíritu de Dios, y que el acceso a la mente de Dios sea abierto a nosotros para que podamos verlo. Sin embargo, hay muchos (que habiendo sido llamados y habiendo recibido el Espíritu de Dios en su vida) que se han extraviado del camino, porque se olvidaron de cómo esta mente (la mente de Dios) puede continuar en nosotros. El Espirito de Dios sólo puede quedar en nosotros si rechazamos continuamente el árbol del conocimiento del bien y del mal, y elegimos por comer del árbol de la vida.

La Influencia de Satanás en la Familia
Eso de rebelarse contra el verdadero camino de vida de Dios y una “forma correcta de pensar” (en conformidad con la Palabra de Dios – con Su pensamiento revelador – con Su mente) comenzó con Satanás, que antes ha sido creado como Lucifer (portador de la luz). Una vez que él ha empezado a pensar (elegir y decidir) de modo contrario al modo de pensar de Dios, su mente espiritual ha sido contaminada. Dios habla de él en Ezequiel 28, diciendo que él había sido creado perfecto en “todos sus caminos” (que estaba plenamente en unidad y armonía con Dios) hasta que el pecado (ir en contra de Dios) se manifestó en él. Entonces Satanás fue echado del monte de Dios – lejos del gobierno de Dios, lejos de las revelaciones progresivas y la enseñanza de Dios, y lejos de una relación continua con Dios. Esto es lo mismo que ha pasado con Adán y Eva, cuando fueron expulsados del Jardín del Edén, y separados de un relacionamiento permanente con Dios.

Lucifer fue creado con una mente-espíritu, y una vez que “ese tipo de mente” empieza a pensar de modo distinto al modo de pensar de Dios, ya no puede volver a su estado anterior, ya que es espíritu en su composición. Una vez que ese tipo de mente decide (elige) pensar diferente de cómo piensa Dios, esa mente siempre pensará así. Tal mente –espíritu, cuando se pone en contra de Dios, no tiene ningún deseo, ni la voluntad, de volver al camino de Dios.

La humanidad ha sido creada de forma diferente. Nuestra mente es de composición física, con una esencia de la vida espiritual en ella, que nos da la capacidad de pensar, razonar y recordar. Pero esta mente-física puede cambiar su forma de pensar (ser transformada) después de pecar. Esto sólo se puede lograr por la obra continua del Espíritu de Dios en tal mente, y por el propio deseo y la elección que esta mente hace de ser transformada. Cualquier ser humano que elige el pecado como “su manera de pensar”, y se niega a arrepentirse, no puede ser transformado por el Espíritu de Dios. Con el tiempo, lo más misericordioso para tal mente (ser vivo) es que deje de existir – la muerte eterna – que nunca más vuelva a vivir nuevamente.

Cuando Lucifer eligió “pensar de modo distinto” al camino de Dios, Dios le dijo: “Has corrompido (contaminado, destruido) tu sabiduría” – la mente y el pensamiento que Dios le había dado en el comienzo (Ezequiel 28:17). Dios también revela Su decisión misericordiosa para con esa manera de pensar de Satanás, una vez que Satanás tenga cumplido el propósito de su existencia (ayudar en la creación de ELOHIM). Lo mismo por el cual Satanás se rebeló, es lo que “sus caminos” han ayudado a crear: la Familia de Dios. Una vez que la Familia de Dios esté bien establecida, y el propósito de la existencia de Satanás haya terminado, Dios dice a él: “Voy a destruirte”, y “Te haré cenizas sobre la tierra”, y “nunca más volverás a existir”(versículos 16, 18-19).

Al elegir “pensar” de una forma diferente a la verdadera manera de vivir de Dios, Lucifer puso en marcha el proceso de destruición de gran parte de la familia angélica de Dios. Lucifer se puso celoso al enterarse del plan y propósito de Dios para la creación de ELOHIM. Desde el principio, cuando Dios comenzó a trabajar con la humanidad, Satanás rápidamente atacó, haciendo con que los dos primeros seres humanos eligiesen por “su propia forma de pensar”, alejándoles así de Dios. Este pecado de Adán y Eva trajo automáticamente las maldiciones a la vida humana, las cuales son los frutos de la desobediencia a Dios. Las bendiciones de la vida son los frutos de la obediencia. Eso es algo básico y así de simple. Y es la “pura verdad”.

Bendiciones y Maldiciones
Esto nos lleva de vuelta al punto de partida, al comienzo de la vida humana y de la estructura familiar. Después que el pecado entró en la vida del primer matrimonio (los dos primeros padres), las maldiciones entraron en la familia humana. Como ya dije antes, después de su creación, Adán y Eva no fueron abandonados a sí mismos para que averiguasen (decidiesen por sí mismos) como vivir. Su Creador les educó, les enseñó y les dio instrucciones de cómo vivir la vida. Sin embargo, ellos eligieron averiguar por sí mismos como querían (preferían) vivir sus vidas. A la naturaleza humana no le gusta tener a nadie diciéndole cómo vivir o cómo hacer las cosas. Esto es algo evidente en la vida humana. Es un problema corriente en el trabajo, donde los empleados se resisten a seguir las instrucciones de sus superiores. A menudo, es algo común en los niños, en la manera como contestan a los padres y maestros.

Esta actitud realmente está presente en todas las facetas de la vida. Está presente en el aula, en la comunidad, en el gobierno, en los negocios, en el hogar, y prácticamente en todas partes donde dos o más personas están juntas. Las personas eligen gobernar su propia vida, a su manera. Pero, por encima de todo, no quieren una autoridad en su vida – no quieren que Dios gobierne su vida: “La intención de la carne (el pensar, juzgar, decidir sobre todos los asuntos, con base en él propio razonamiento) es la enemistad contra Dios (un enemigo que obra y lucha contra Dios), porque no se sujeta a la ley (la manera, la verdad, la mente) de Dios, y ni tampoco puede”(Romanos 8:7). ¡Las personas no quieren tener que dar explicaciones a nadie! Queremos hacer las cosas a nuestra manera. Esa es la lucha de la vida. Esa es la lucha en el matrimonio y la familia. Hasta que las personas comienzan a ver la verdadera libertad, la paz y la alegría, que pueden obtener si permiten que los caminos de Dios gobiernen sus vidas, en lugar de gobernaren a sí mismas, pensando que saben lo que es el mejor, o que alguien más (malas influencias) sabe lo que es el mejor para sus vidas.

Las bendiciones de la vida son el fruto de la obediencia a las leyes y a la forma de vivir de Dios. No se puede obtener estas bendiciones de otra manera. Cuanto más uno vive en el camino de Dios, más su vida es bendecida. Hay leyes vigentes, que producen bendiciones y maldiciones cuando obedecidas o cuando desobedecidas. Por lo tanto, cuando Adán y Eva desobedecieron al camino de Dios, han traído maldiciones sobre sí mismos. A continuación, han dejado de recibir el suministro continuo de orientación espiritual que tenían antes de pecar. Estas maldiciones comenzaron a traer divisiones y tensiones en la vida familiar de la primera familia – y de todos sus descendientes, desde entonces.

Aunque Dios llama a Su Iglesia a salir de este mundo, todos los que estamos en la Iglesia de Dios todavía vivimos en él, y sufriremos hasta el momento de la restauración de todas las cosas – en el Milenio – cuando las bendiciones podrán comenzar a ser derramadas, a causa de un rápido crecimiento de la obediencia a Dios en todo el mundo. Todavía sufrimos a causa de nuestros pecados; tanto del pasado (aunque hemos sido perdonados, la mente a menudo acarrea durante mucho tiempo las consecuencias de los daños causados a ella), como del presente. Al mismo tiempo, sin embargo, estamos creciendo espiritualmente y aprendiendo a superar (conquistar) el mundo (los caminos del mundo), porque estamos en mayor unidad (conformidad y armonía) con el camino de Dios. Nuestra mente está siendo sanada espiritualmente, estamos aprendiendo a “pensar diferente”, aprendiendo a “pensar correctamente”. Al hacerlo, nuestras relaciones en la vida son más bendecidas (fructíferas) y crecemos en la alegría, en la plenitud, y en la emoción de la vida, y en el compartir la vida con otros que a su vez crecen de misma manera. Es casi imposible compartir con los demás las cosas que son espirituales, salvo lo que vivimos hacia ellos, y lo que les damos de la forma de vida de Dios. Eso a menudo puede producir un buen resultado, pero debido a la naturaleza humana, en la mayoría de los casos, no se llega muy lejos. Esta gran diferencia se experimenta a veces cuando un miembro de la familia abandona la comunión con Dios, algo que a su vez minimiza lo que se puede compartir de ese momento en adelante. El aspecto espiritual de la relación se esfuma, y todo lo que queda es puramente físico. Estas cosas, obviamente, tienen un gran impacto en el matrimonio y en la familia.

Sufrimos más en este mundo, que está en contra de Dios (en enemistad contra Dios), a consecuencia de las maldiciones que trae la desobediencia, que son tan grandes y aumentan tan rápidamente en este momento. Pero todo ese sufrimiento no debe ser atribuido a Satanás, sino que al sistema enfermizo de Babilonia que él creó. Este mundo no es bendecido, y las bendiciones que Dios, como lo había prometido, ha dado a las naciones dispersas de Israel durante las últimas décadas del tiempo del fin, han sido totalmente removidas desde el 2008. Europa Occidental, Israel, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y los Estados Unidos, se han hundido en un lodazal de maldiciones, que se multiplican a un ritmo increíble. Como resultado del incremento de pecados y maldiciones en el mundo a nuestro alrededor, el pueblo de Dios está sufriendo junto con el mundo. Pero sufrimos aún más, porque estamos luchando en contra de este mundo. Sin embargo, también estamos siendo más bendecidos que nunca en la Iglesia de Dios, con lo que es espiritual, lo que nos permite crecer en unidad y conformidad con Dios; nuestras mentes están siendo transformadas con más rapidez que nunca. Tales condiciones son favorables a ese potencial espiritual.

Así, mientras que el mundo experimenta de manera acelerada las maldiciones, debido a la proliferación del pecado en la vida (en gran parte gracias a la tecnología moderna), la Iglesia de Dios está siendo bendecida con un acelerado crecimiento espiritual y con poder, porque nuestras mentes están siendo trasformadas, restauradas a un estado de unidad con Dios. Este proceso, que tiene lugar en esta era de aumento de la tecnología y la escalada del pecado en el mundo que nos rodea, puede ser un dilema para algunos. Puede que para algunos sea cada vez más difícil de discernir entre la experiencia del sufrimiento debido a la multiplicación rápida de las maldiciones y las tensiones en el mundo, resultantes de eso, y la lucha espiritual que experimentamos al pasar por una rápida transformación, que Dios está utilizando con más poder en nuestro proceso de creación.

Tales momentos se presentan como oportunidades para lograr grandes avances y cambios espirituales – en la mente – en nuestra forma de pensar; pero no deja de ser una experiencia difícil. Cuanto más experimentamos esto, más propensos seremos a estar espiritualmente cansados. Por eso, ahora – justo antes del regreso de Cristo – ¡debemos nos concentrar en la tarea que tenemos ante nosotros! Este es el momento de fortalecer la familia y acercarnos más los unos a los otros, como familia – en la familia física, donde se pueda –pero, especialmente, en la familia espiritual.

Las tensiones en el mundo crecen y se multiplican a un ritmo espantoso. Este es el momento de seguir adelante, como nunca antes. Este no es el momento de abandonar todo, bajar la guardia, o se cansar de la lucha. Tampoco es el momento de dar lugar a dudas en nuestras mentes, a causa del estrese o del cansancio. Debemos luchar contra eso – en un plano espiritual. Nuestra atención debe centrarse más en Dios y en Su poder para liberarnos. Debemos tener fe – y no apoyarnos en nosotros mismos.

Entender lo que pasó con Adán y Eva, el cómo y el por qué de lo que sucedió, nos ayudará a abrazar lo que Dios está comenzando a restaurar en la familia. Él está sacando a la “familia” de la esclavitud. ¡Y esto empieza con nosotros!

[Seguiremos la próxima semana con la tercera parte.]