Ronald Weinland

Información Sobre Mi Estado de Salud

Esta entrada es para informar a todos ustedes del infarto al corazón que he tenido, y sobre mi proceso de recuperación desde entonces. Aunque quizá ustedes ya hayan sido informados de esto cuando sucedió, voy a contarles como todo ocurrió.

En los últimos tres meses yo he estado experimentando algo nuevo, algo que nunca había experimentado antes. Yo he estado haciendo trabajos de carpintería, tanto en el taller como fuera; y tenemos que trabajar mucho la mayor parte del tiempo. Nosotros hacemos muchas reformas, pero a menudo, antes de poder empezar tenemos que remover las estructuras viejas. Y esto puede implicar mucho trabajo pesado cuando las casas son más antiguas, porque entonces tenemos que derribar una parte de la casa y luego reconstruirla. También hemos estado trabajando con la renovación de las fachadas y el revestimiento de los tejados de algunos edificios.

Hemos estado trabajando en muchos otros proyectos como la tala de algunos árboles, que son bastante grandes, para luego llevarlos a una carpintería donde cortamos los troncos para utilizar la madera. Gran parte de esta madera es de muy buena calidad, como el nogal negro, el cerezo, el cafetero de Kentucky, y otros tipos más comunes. Y ese trabajo requiere de mucho esfuerzo.

En los últimos meses, yo algunas veces sentía una sensación de ardor en el pecho cuando trabajaba más arduamente, pero pensé que esto podría tener algo que ver con alguna alergia o con algún tipo de asma. Pero como yo nunca he sufrido de asma, pensé que esos síntomas tenían que ver con el hecho de que el ambiente aquí es diferente del entorno donde vivimos. Cuando sentía esa sensación de ardor yo me limitada a decir a los demás lo que me estaba pasando y que necesitaba descansar un poco hasta que pasara. Y generalmente esto pasaba en unos pocos minutos.

Yo sufrí un infarto al corazón hace diez años, y como quería descartar la posibilidad de que esto tuviera algo que ver con mi corazón he ido a la enfermería de la cárcel para hablar con ellos sobre el asunto. Mi intención era que ellos me reconociesen mientras estuviera sintiendo la sensación de ardor. Hemos quedado en que el mejor momento para hacer las pruebas sería cuando esto estuviese pasando, ya que de lo contrario probablemente no descubrirían nada. Pero por lo general nosotros trabajamos bastante lejos de la enfermería, y para cuando yo llegara allí la sensación de ardor ya habría pasado.

Pero el 28 de mayo pasado estábamos trabajando aquí mismo en las dependencias donde vivimos, que están a sólo a unos 30 metros de la enfermería. Yo estaba sacando unos trozos de metal de una pared con una palanca, algo que requiere de gran esfuerzo físico, cuando empecé a sentir otra vez la sensación de ardor. Pero esta vez era mucho peor, y yo sabía de que se trataba porque ya había sentido lo mismo hace casi diez años, cuando sufrí mi primer infarto. Pero esta vez era mucho peor, y mucho más doloroso. Me llevaron inmediatamente a la enfermería de y comenzaron a poner algunas pastillas de nitroglicerina bajo mi lengua. Creo que me suministraron unas cuatro pastillas en un espacio de media hora, desde que se produjo el infarto hasta que finalmente llegó la ambulancia. Cuando llegué al hospital el dolor había empeorado. Sin perder tiempo ellos me han hecho unas pruebas, constatando que yo tenía algunas arterias obstruidas. Ellos continuaron a darme pastillas de nitroglicerina porque el dolor era muy fuerte y volvía rápidamente. Esto era lo único que parecía disminuir el dolor que yo estaba sintiendo.

Lo último que recuerdo es que ellos se estaban preparando para trasladarme de la camilla a la mesa de operaciones. Después, cuando me desperté en la unidad de cuidados intensivos del hospital, las enfermeras y los médicos que me atendieron empezaron a contarme lo que había ocurrido. Una de las primeras en decir algo fue la enfermera de la unidad coronaria, que me preguntó lo que yo recordaba, si me recordaba de lo que había dicho entonces. Le expliqué que lo último que recordaba era que ellos me estaban preparando para trasladarme de la camilla a la mesa de operaciones, pero que no me recordaba del traslado en sí.

La enfermera entonces me dijo que en la mesa de operaciones (no sé bien en qué momento) yo me senté y les dije que me iba a morir. Luego me eché otra vez y entonces de pronto mi corazón dejó de latir. Me dijeron que en ese momento saltó el “código azul”, avisando a todos los implicados que ellos tenían que estar en sus puestos para aplicar una desfibrilación, (terapia de choque eléctrico para hacer con que el corazón vuelva a latir). Me dieron un choque para que mi corazón volviera a latir. Yo no sé cuánto tiempo pasó, pero por lo que me dijeron creo que han tenido que darme un par de choques para que mi corazón volviera a latir. No estoy seguro de que estoy explicando todo esto correctamente desde el punto de vista médico, pero hago lo mejor que puedo.

Ellos han introducido un stent para abrir una de las arterias principales que se había obstruido. Ellos me dijeron que esta clase de infarto se conoce como el “hacedor de viudas”, porque no son muchos los que sobreviven a un infarto de ese tipo. Esta arteria principal estaba obstruida al 100%. Los médicos también me dijeron que tengo otras dos arterias que deben ser desobstruidas. Una de ellas está 100% obstruida y la otra 85%. Ellos no han intentado desobstruir esas dos arterias debido a la tensión que mi cuerpo y mi corazón acababan de experimentar. Ellos quieren darme un poco más de tiempo para que yo me reponga, para que recupere mis fuerzas, antes de desobstruir esas dos arterias. Yo espero no tener que esperar mucho, pero como bien lo sé, puede que tenga que esperar mucho tiempo, o a lo mejor no.

Sin embargo, Dios me dio fuerza y capacidad para estar haciendo un trabajo muy duro durante bastante tiempo, incluso con tres arterias obstruidas. Me asombra que yo haya podido trabajar tanto, haciendo este tipo de trabajo.

Pero en todo esto, como todos sabemos, mi vida está totalmente en las manos de Dios; al igual que la vida de todos los que han sido llamados, engendrados, y que se están sometiendo al propósito de Dios en su vida. Esto lo que me ha pasado es parte del propósito de Dios. Y también es parte de Su propósito lo que Él está logrando con todo esto, bien como el momento en que todo esto ocurre. Y esto ya ha producido un increíble bien, algo que daré a conocer con más detalle más adelante. Aunque esto es algo bastante duro y difícil, (mi tolerancia al dolor no es mucha, y esto ha sido extremadamente doloroso), esto no es nada en comparación con el bien que ya resultó de todo esto. Todos debemos tener en mente y darnos cuenta de que las dificultades, pruebas y sufrimientos por los que pasamos, sirven a menudo para ayudar y fortalecer a otros. Y por supuesto que nosotros también podemos aprender y ser más perfeccionados por las cosas que nos pasan en la vida; sobre todo por la manera que hacemos frente a esas cosas.

Pablo escribió a los romanos algo que es muy verdadero y muy inspirador. Él dice en Romanos que nuestras vidas están en las manos de Dios, y que todas las cosas cooperan para nuestro bien. Esto incluye las pruebas, las dificultades y el sufrimiento que nosotros experimentamos en esta vida humana. Este “bien” puede ser a menudo para el bien de los demás; y así es. Pero es también para nuestro propio bien, porque en esto nuestra manera de pensar, nuestras mentes, pueden ser moldeadas y formadas.

El lunes siguiente al infarto he sido dado de alta del hospital para volver a este campo de prisioneros. Este jueves ya han pasado dos semanas desde que sufrí ese infarto y me estoy recuperando bastante bien. A veces me mareo un poco y tengo que descansar. En una ocasión he empezado a sudar y sentía que mi corazón no estaba bien, pero cuando me hicieron un electrocardiograma en la enfermería el malestar ya había pasado; esto probablemente duró unos veinte minutos en total. Estoy haciendo caminadas cortas cada día y estoy descansando bastante para recuperarme pronto. Nosotros tenemos todavía una gran obra por delante y sé que voy a estar plenamente preparado para ello cuando llegue el momento. Nuestras vidas están al cuidado de Dios, y pase lo que pase a cualquiera de nosotros, incluso si uno de nosotros se muere, la Iglesia de Dios seguirá adelante; lo que nos pasará en el futuro está en las manos de Dios y pasará según el tiempo de Dios.

Agradezco a todos ustedes (a los que conocemos y a los que no conocemos) por sus oraciones, por la preocupación y por el cariño demostrados hacia mí y hacia mi familia.