Ronald Weinland

FAMILIA: SALIENDO DE LA ESCLAVITUD – 5° PARTE

Antes de seguir adelante con este tema en esta serie de entradas, es importante empezar la presente entrada citando un párrafo de la cuarta parte.

“Hay una correlación directa entre la medida en que la humanidad se ha alejado de Dios, y se ha hundido aún más en el pecado, y el aumento de la deformación, la perversión y los trastornos en el pensamiento humano, en lo tocante al tema sexual. Antes de seguir, y nos profundizar más en este tema, sería bueno hacer una pausa y comenzar a considerar esta correlación entre nuestro modo de pensar y la manera con que eso tan negativamente afecta a la humanidad. Pida la ayuda de Dios para que usted pueda empezar a ver algo de esto en su propia vida, como parte de su propia experiencia de vida y/o la de los demás. Esta es la “clave” para entender cómo los relacionamientos, especialmente en la familia, van a ser liberados de esta gran esclavitud”.

Es importante ahora examinar y tratar de digerir el resto de lo que Pablo dijo a los Romanos, y que ya hemos visto en el comienzo de la cuarta parte. Pablo explicó como el ser humano no ha sido agradecido a Dios, pero todo lo contrario; se envaneció, exaltando a sí mismo en su propia mente llena de orgullo, pensando no tener necesidad de Dios, y viviendo su vida de acuerdo con sus propias decisiones y necios razonamientos.

Esto es exactamente lo que hizo Lucifer, convirtiéndose así en el primero adversario de Dios. Y como resultado de eso su espíritu ha cambiado, pasando a ser un espíritu que se empeña en influenciar a los demás para que “piensen por sí mismos” (de acuerdo con su propio razonamiento) y no se sometan ni dependan de Dios para saber la “forma correcta de pensar”. Satanás influenció a una tercera parte de los ángeles para que siguiesen sus pervertidas ideas. Luego convenció a los dos primeros seres humanos a hacer lo mismo. En este caso, ha sido la mujer la que primero ha sido directamente persuadida por él, y después él persuadió al hombre por medio de la mujer.

Debería ser obvio para nosotros que los que deciden (razonan) ya no seguir a Dios y Su Iglesia (su ministerio), hacen exactamente lo mismo que hizo Lucifer. También están convencidos de que su “incumbencia” ahora es la de sacar (liberar) a otros de la Iglesia de Dios, para que puedan pensar por si mismos sobre Dios y sobre lo que es la “manera correcta” de creer y de vivir.

Adán y Eva tenían libre acceso al conocimiento de la verdad – al modo verdaderamente libre de pensar. Mismo no habiendo sido todavía engendrados por el Espíritu de Dios, tenían la bendición de poder aprender y aceptar la verdad (libre acceso al árbol de la vida). Eso era algo similar a lo que sucede a una persona cuando es llamada por Dios, y su mente se abre para poder aceptar la verdad. Sin embargo, lo que Adán y Eva tenían era algo mucho más grande; hasta que pecaron y fueron separados de este libre acceso. La elección por el pecado ha distorsionado y pervertido su capacidad de pensar de forma cabal. Esto a su vez ha corrompido su manera de pensar sobre el tema del sexo, y la manera cómo veían a sí mismos “sexualmente”.

El Pecado Contamina la Conducta
Pablo entonces pasa a explicar cómo la elección del hombre por el pecado, al confiar en su propio razonamiento corrompido, también contaminó el pensamiento y el comportamiento humano en lo tocante al tema de la sexualidad. Como parte de esta búsqueda perversa, intentando excluir toda autoridad de Dios en su vida, el ser humano ha menospreciado a Dios, rebajándolo a los niveles de la semejanza con lo terrenal y reduciendo al mínimo la influencia de Dios en su vida. A continuación, Pablo pasa a revelar la conexión que hay entre el gran deseo del hombre de vivir la vida a su manera (en el pecado) y lo que entonces sucede en la mente humana, que lleva a la depravación sexual (pervirtiendo al hermoso designio y propósito de Dios) y a las relaciones desequilibradas y corrompidas en la vida.

“Por eso Dios los entregó a los malos deseos de su corazón y a la impureza, de modo que degradaron entre sí sus propios cuerpos”. (Romanos 1:24-25).

Cuanto más las personas se vuelven hacia el pecado (cualquier tipo de pecado), más erróneos y distorsionados se convierten su manera se pensar, sus preferencias y su comportamiento en lo tocante al tema del sexo. El pecado deforma y pervierte toda la mente; pero esta perversión y deformación se manifiesta más evidentemente en el área del pensamiento, emociones y conducta sexual. El producto de esta “manera equivocada de pensar” sobre la sexualidad son los juicios, sentimientos (emociones) y comunicaciones corrompidos en los relacionamientos. A través de Pablo, Dios revela parte de este proceso y la relación que existe entre la manera de pensar y el comportamiento del ser humano.

Este proceso comienza cuando las personas empiezan a alejarse de esta manera de vivir, de acuerdo con este increíblemente bello enriquecimiento del relacionamiento matrimonial, que Dios ha dado al ser humano, para que como marido y mujer pudiesen vivir juntos esta experiencia. El matrimonio entre un hombre y una mujer ha sido creado para ser el relacionamiento más íntimo y más importante de todos los relacionamientos que el ser humano puede tener. La parte sexual es una parte importante de todo ese relacionamiento y revela mucho acerca de cada uno de los individuos por separado y también la capacidad de ambos (como pareja) de llegar a ser “uno”, como familia. La relación sexual entre un hombre y una mujer en el matrimonio, ha sido diseñada para ser algo natural, sano, hermoso, íntimo, vinculante y emocionante, resultando en una de las más reciprocas (dar y recibir) y gratificantes experiencia que dos personas puedan compartir en la vida.

Pero las personas han privado a sí mismas de la plenitud que esta experiencia puede traer a sus vidas, al someterse a la esclavitud de la lujuria, que nunca satisface o complace a uno. Sino todo lo contrario, eso sólo les lleva a más esclavitud y más pecado, corrompiendo aún más su manera de pensar. Eso les lleva a una conducta desequilibrada y antinatural, plagada de los celos, la envidia, la ira, el resentimiento, la desconfianza; llevándoles a ser más egoístas, recelosos, mal humorados, tramposos, demasiado conscientes de sí mismos; endureciéndose y encerrándose en si mismos, acechados por el tormento mental, la angustia, la baja autoestima, etc., etc., etc. Todo eso tiene que ver con el modo en que uno piensa y siente, ya que eso tiene un fuerte impacto en todos los relacionamientos en la vida, especialmente en la esfera familiar.

Pablo dice que por alejarse de Él, “Dios los entregó a los malos deseos de su corazón y a la impureza, de modo que degradaron entre sí sus propios cuerpos”. Esto no es algo que se hace sólo literalmente, sino que también mentalmente, en fantasías, coqueteo y pensamientos obscenos sobre los demás.

El mundo de hoy está tan depravado, que los jóvenes consideran la monogamia y la fidelidad en un matrimonio duradero como algo extraño, y como un concepto totalmente frustrante en la vida. Mucho antes de casarse (si es que se casan), las personas ya han tenido numerosas relaciones sexuales (fornicación), experimentando todo tipo de aberraciones y aumentando supuestamente el deseo sexual mediante el uso de diversos fármacos (que afectan a la mente). No es de extrañar que cuando se casan, se involucran tan fácilmente y tan a menudo en relaciones extramatrimoniales (adulterio), que destruyen las familias y causan gran dolor y horrible sufrimiento en la vida.

Esta distorsión del pensamiento no se detiene en las fantasías o en el acto de la fornicación y del adulterio, sino que se extiende a otras formas de perversión sexual, cuya práctica hoy día es tan fácilmente asequible gracias a la tecnología moderna. La enfermedad de las “fantasías” ya casi no tiene limites debido al mal uso de Internet, donde se ofrece todas las formas de pornografía y “tratos sexuales” con los demás.

Pablo, en Romanos, sigue explicando el cuanto esta intensificación desenfrenada de las pasiones carnales, de los malos deseos y el aumento del pecado, pervierte a la mente humana y los relacionamientos. Este es un proceso progresivo, que cuando comienza, es casi imposible que uno entienda lo que está pasando. Simplemente pasa, y las personas aceptan lo que está ocurriendo como algo “normal” en la vida. En este proceso, las mujeres han sido en gran parte degradadas a “objetos sexuales,” en lugar de simplemente quererles por “quienes son”.

Sin la conciencia moral (las instrucciones de Dios acerca de cómo pensar y cómo no pensar), un joven llegará a la edad adulta y empezará a pensar sobre las mujeres con lujuria, en un “contexto sexual”. Algunas series de televisión, comedias y películas de cine incluso tratan de presentar este tipo de incidentes como algo divertido y natural. Es natural que una mujer excepcionalmente bella y/o con una figura bien formada llame la atención de un hombre, pero eso no debe pasar de ahí. Sin embargo, al ver una mujer así, los hombres no se controlan y tampoco respetan las mujeres con quien están, (ya sea en un noviazgo o en el matrimonio), y tienden a comérselas con los ojos y se les cae la baba, con lujuria, siempre pensando en “sexo”. Tales cosas no son para nada “naturales”. Esta no es la forma en que Dios ha creado la mente del hombre, y desde luego, no es nada gracioso. Simplemente pregunte a una novia o a una esposa cómo se sienten acerca de esas miradas. Estas cosas reflejan la falta de respeto, de cuidado, de comprensión, de autocontrol y de moral que un hombre debe tener hacia las mujeres. Esto, obviamente, afecta y daña seriamente a los relacionamientos.

La falta de ejercitar el autocontrol de la mente, como parte de un proceso de “pensar correctamente”, en la forma en que uno vive, conduce a una falta de respeto cada vez mayor que los hombres en realidad tienen hacia las mujeres; mismo que muchos de ellos no sean conscientes de su propia manera de pensar (sin importase o preocuparse con esto). Esta actitud indiferente y justificada de los hombres les lleva a ver a las mujeres cada vez más como subalternas, inadecuadas para pensar (razonar), inferiores y como estando por debajo de ellos. Por eso, los hombres tienden a “dominar” a las mujeres de una manera severa y controladora. Y de ellas se “espera” que obedezcan y que acepten este trato. Esa no es la manera de Dios, pero una manera muy perversa y enferma de vivir la vida.

¿Es de extrañar lo que dice Pablo que pasa después? “Por esto (por el pecado – la perversión de su pensamiento, de su mente) Dios los entregó a pasiones vergonzosas. Hasta sus mujeres cambiaron las relaciones naturales por las que van en contra de la naturaleza (la manera de ser y pensar con la que Dios ha creado a la mujer)”. (Romanos 1:26). Se trata de un “proceso” que puede desarrollarse, deteriorándose cada vez más, cuanto más lejos se va.

Como parte de este proceso, los hombres han “dominado” duramente a las mujeres, no sólo en el hogar, pero también en los negocios, en la publicidad y el entretenimiento, se entregando perversamente a este dominio – aceptando eso como algo normal. Los hombres han “dominado” de manera egoísta y lujuriosa a las mujeres en todos los aspectos de la sociedad. Para tener éxito en los negocios o simplemente para ser “aceptadas” en el mundo, las mujeres han tendido a “valerse” de su atractivo sexual, en su forma de vestirse, arreglarse, maquillarse, coqueteando y/o comportándose como hombres, en su intento de zafarse de la opresión de los hombres. Este mundo está realmente lleno de un completamente desleal, injusto, y controlador dominio de los hombres hacia las mujeres. Por eso, las mujeres han hecho mal uso (casi siempre sin darse cuenta de ello) de algo natural que Dios les dio, comportándose de un modo que no es natural (“cambiando las relaciones naturales”) en la sociedad. Estas son las maldiciones que vinieron a causa del pecado.

Esto es sólo un vistazo rápido y un resumen del proceso que Pablo está describiendo. Dios está revelando el proceso por el cual el pecado contamina la mente y finalmente, infecta, daña, corrompe y distorsiona los relacionamientos y el comportamiento humano – sobre todo entre los sexos. Se trata de la misma deformación de la mente que también corrompe las actitudes y comportamientos sobre el sexo en sí.

Un Comportamiento que no es Natural
A través de Pablo, Dios ha estado revelando cómo el pecado, mediante el alejamiento de la autoridad de Dios sobre la vida de una persona, en realidad deforma la manera de pensar de uno acerca de la verdadera finalidad y propósito del sexo. A la larga, el pecado distorsiona y contamina la manera de pensar y el comportamiento de los hombres y las mujeres hacia los demás y hacia sí mismos (sobre ellos mismos – una errónea autoconciencia). Dado que los hombres han “elegido” entregarse a la lujuria y no someterse a la obediencia hacia Dios, ellos han pervertido su vigor natural y su masculinidad, transformando eso en un dominio “controlador”, degradante, y en un espíritu (actitud) de superioridad hacia las mujeres. Las mujeres a su vez han “elegido” someterse a esta “bruta” influencia. Estas actitudes luego se perpetúan y se enseñan (por medio de los ejemplos) dentro de las familias, generación tras generación. Las personas han vivido tanto tiempo en esas condiciones de la vida humana, que piensan que eso es algo “normal”. Pero eso es de veras algo muy anormal (no es como Dios creó para ser). Se trata en realidad de la esclavitud espiritual.

Algunas mujeres son tan maltratadas (mental, física y sexualmente) por los hombres en la sociedad, e incluso por sus propios maridos, que han adoptado una mentalidad y actitud defensivas hacia los hombres. A veces esto se manifiesta simplemente en su manera de vestirse y peinarse. Ellas comienzan a perder la naturaleza femenina con que Dios las ha creado. La mayoría de las veces las personas ni siquiera saben por qué se comportan como lo hacen, ya que son incapaces de realmente “ver” y conocer a si mismas. Sólo Dios puede sanar a las personas y ayudarlas a cambiar el rumbo de sus vidas.

Tal “actitud defensiva”, como reacción a un trato incorrecto, puede extenderse mucho más allá de los aspectos simples, como la manera de vestirse o peinarse de uno. Eso puede afectar mucho más profundamente, dependiendo del tipo de maltratos a que una mujer ha sido o sigue siendo expuesta. Hay una lista cada vez larga de conductas, que son una respuesta a estos abusos (vividos, practicados), que una mujer adopta al ser obligada a luchar contra el comportamiento agresivo de los hombres. Hay también, entre los hombres y las mujeres, aquellos que por tener un deseo sexual más fuerte de lo normal, debido a las hormonas o simplemente debido al hecho de que estas personas se entregan a practicas no naturales por el incremento del pecado, que se sienten atraídos por personas del mismo sexo.

Reitero que lo que Pablo describe es un proceso progresivo, que se torna cada vez más antinatural a medida que el ser humano se aleja (cauterizando la consciencia y rechazando las normas morales) del propósito para el que Dios originalmente ha creado a los hombres y las mujeres.

“Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas (emociones, pensamientos y deseos que no son normales). Hasta sus mujeres cambiaron las relaciones naturales por las que van en contra de la naturaleza (un proceso gradual que empieza muy diminuto y sutil). De la misma manera, los hombres (también empezando de manera muy sutil, hasta llegar a algo que es totalmente contrario a lo que Dios ha creado para ser natural) dejaron las relaciones naturales con las mujeres y se encendieron en su lascivia unos con otros. Cometieron hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibieron en sí mismos la retribución que merecía su perversión.” (Romanos 1:26-27).

Llegado a este punto, hay que aclarar que la tendencia a la homosexualidad en el mundo actual tiene otras causas, aparte de las que han existido en los últimos siglos. Hay los que quieren justificar este tipo de pensamiento, emociones y/o sentimientos como algo simple. Gran parte de la homosexualidad que ha existido a través de los tiempos, ha sido el resultado de un pensamiento contaminado y erróneo, fruto del incremento del pecado, que distorsiona y contamina la mente. Sin embargo, para algunos la homosexualidad se desarrolla a partir de un trauma sufrido o de la confusión mental (sobre el amor, la emoción y el afecto) causados por el abuso sexual (que también puede haber ocurrido en el pasado). Aunque en este caso algunos sean demasiado jóvenes para reconocerlo como abuso, y lo confunden con amor (el amor no sexual). En otros casos la atracción hacia el mismo sexo (que también se producía en tiempos pasados ) proviene del desarrollo de un deseo de experimentar el amor sexual, pero debido a experiencias de agresión o a cicatrices emocionales, algunas personas han preferido recurrir a personas de su mismo sexo, en el afán de obtener la satisfacción y apoyo emocional (aunque eso nunca satisface ese deseo).

Sin embargo, mucho ha cambiado en el último siglo, en este mundo maldito por la codicia y el mal uso de los conocimientos científicos. El mundo en que vivimos está plagado de una abundancia excesiva de peligrosos productos químicos que pueden alterar, y de hecho alteran, el sano y adecuado funcionamiento del cuerpo humano, que Dios creó tan perfectamente para existir en un mundo físico. Grandes cantidades de productos químicos son añadidos a los alimentos que comemos. Los ingerimos directamente, o muchas veces indirectamente, ya que son inyectados como medicamentos o utilizados en otras prácticas evasivas, como por ejemplo en el uso excesivo de productos químicos en todas las áreas imaginables de la agricultura. A los animales se les dan medicamentos, esteroides (hormonas de crecimiento), y otras drogas que alteran el crecimiento, que luego entran en la cadena alimentaria, a través del consumo de la carne, la leche, los huevos, etc. La genética de las plantas (en productos agrícolas, granos, etc.) ya ha sido alterada (no se producen de modo natural) cuando los seres humanos las consumen. Aunque todo el mundo asegure que se trata de algo “inofensivo”, Dios no ha creado el cuerpo humano para consumir tales cosas o para estar expuesto a ellas.

Este ciclo se repite una y otra vez, y ha producido cambios en los niños que nacen y cambios en los niños que crecen, ya que sus cuerpos se desarrollan, y muchas de estas cosas en realidad alteran la composición química de una persona (por ejemplo la producción de hormonas y otros reguladores químicos del cuerpo y la mente humanos). Eso puede producir una mentalidad sexual diferente a la que uno ha nacido con ella. Esto es también la causa de muchas enfermedades y trastornos. Desde pequeños, muchos saben que son diferentes y que piensan diferente a los que les rodea. Hoy, todos somos el producto de un mundo maldito y enfermo (física, mental y espiritualmente), que a su vez es el resultado de 6.000 años de rechazo a Dios por parte de la humanidad.

Al abordar el tema de la homosexualidad, es necesario decir que el hecho de que una persona tenga esos sentimientos, emociones e impulsos, no es pecado en sí. Pero la práctica de estas cosas, y la lujuria que hay en ellas, sí que es pecado. Esto también se aplica a aquellos que se sienten naturalmente atraídos por el sexo opuesto. La atracción en sí no es pecado, pero la práctica de las relaciones sexuales fuera del matrimonio es pecado. Al igual que la lujuria y el fantasear, que tan a menudo se asocia con ello.

Todo lo que hemos abordado no es una cuestión de opinión personal, o de intelecto, conocimiento, evidencia y/o investigación científicos, sino que es algo que viene exclusivamente de Dios.

Hay buenas noticias para la familia – una buena noticia para las mujeres y para los hombres. Este mundo está a punto de ser cambiado de su curso actual de desobediencia, que ha traído tantas maldiciones sobre la familia. Este cambio vendrá a través del proceso de sanación de la humanidad, y la humanidad aprenderá a elegir por la obediencia a los caminos de Dios, que producen bendiciones – bendiciones que rompen la maldición de la esclavitud, que asola la vida familiar en este mundo.

[Continuaremos la próxima semana con la sexta parte de esta entrada.]